6.4.08

De plátanos y mangos

La revista alemana art-magazin del mes de abril está ya en los quioscos. Por regla, esta publicación trata en sus páginas no sólo temas referentes a la escena artística en lengua alemana. La perspectiva de su ojo es global y, puesto que es una revista de difusión artística, da cavida en sus interiores no sólo a críticos y académicos, sino también a aquellos que, desde sus particularísimos intereses conforman el nicho artístico en la sociedad, a saber: galeristas, periodistas especializados, críticos, curadores (independientes y dependientes), directores de museos, profesores de arte, coleccionistas y, con aparente énfasis, los personajes que proveen la materia prima que alimenta el negocio, los artistas. (De un tiempo a esta parte puede incluirse en este enumerado también a inversores natos).

Esta revista mensual, antes de pasar a sus temas de fondo, suele ofrecer en sus primeras páginas un abrebocas compuesto por guiños, referencias, fotos, recuerdos, constaciones, contradicciones, listas breves de asusntos insospechados y noticias fugaces del mundo artístico, a veces impagables, por una sencilla razón: cada uno de esos golpecitos al ojo, en su liviandad y encanto, son por lo general referencias a otros mundos que, si uno les presta atención debida e indaga en sus referencias, no dejaran de deparar al curioso una merecida sorpresa.

El número de abril anticipa los nombres, temas y lugares involucrados en la joven Bienal de Berlín (No. 5) que inicia a mediados de este mes. En sus páginas de inicio, la de cocentrados varios, viene algo que llama mi atención, la referencia a un proyecto artístico ejecutado hace poco en New York, con bananos, bananas o platanos transportados a lo mejor desde Ecuador o algún otro país del centro o sur del continente.

"Self-confidence Produces Fine Results" se llama la instalación montada hace poco por Stefan Sagmeistern en la sala de la galería Deitch Projects ubicada en esa ciudad.

Me hizo sonreir la idea de Sagmeistern y, bueno, asentir con la leyenda tramada con platanos verdes, que amarillaron progresivamente; al menos para él, pensé, por los resultados mediáticos cosechados, la conciencia de su propio valor le ha producido resultados.

Caminos del arte, ideas tan alagadoras como locas que se montan, filman, fotografian, documentan y pudren antes de volverse memoria ... u olvido. ¿O es que ese amarillo natural desplegado con mucha paciencia es una metáfora de lo que está sucediendo no sólo en el territorio artístico sino en casi todas las fascetas de la vida donde los medios reinan ... o no?

Los platanos dispuestos como ladrillos me ha hecho recordar no sólo a las bodegas obscuras dónde se suele guardar y dejar madurar cabezas de platanos verdes en las ciudades de la sierra ecuatorial, sino también a los trabajos que se le asemejan, cuyo resorte principal es el mismo o, en todo caso, le es muy cercano y había contemplado y olido antes.

Un trabajo visto a finales de 2004, en la muestra que la Colección Daros Latinoamerica de Zúrich, dedicara a Colombia, Cantos Cuentos Colombianos, en el que se mostró una obra de José Alejandro Restrepo cuya conservación, al menos de una parte de ella, era en verdad imposible: Canto de muerte se llamaba la instalación en la que, en una cámara semi-obscura, pendían del techo cabezas de platano y de estas, de su cogollo, una diminuta pantalla apenas perceptible de diez por quince cuya cristal proyector apuntaba al suelo donde un espejo, igual de diminuto, reproducía las imagenes proyectadas de una sucesión de cuadros de personas llenas de vida más la voz de un canto que recordaba que esas personas habían sido aessinadas en las regiones donde se siembra y se cocechan los frutos de esta planta en Colombia, que son las que han sido azotadas en gran parte por la guerrilla colombiana o sus impugnadores armados, los paras o el mismo ejercito. El olor dulzón progresivo de los bananos que empezaban a descomponerse, debían sugerir el olor de la muerte. Si no me hubiese alertado una amiga de esa implicación, habría seguido pensando en la mera descomposición, ... de la vida ... mientras se vive.

De otro trabajo, en el que la naturaleza y sus olores progresivos, formaron parte, me queda un recuerdo poco común. No pudé visitar a tiempo a la muestra Hortus conclusos, en Cuenca, Ecuador, en agosto de 2007, curateada por Cristóbal Zapata. Cuando llegúe a la Galería Proceso, que es dónde se llevó a cabo ese montaje artístico creado por María José Argenzio, sólo pude ver los registros fotográficos y, oh situaciones, el desmontaje de la obra, las partes dispersas de los árboles de mango, los mangos envueltos en yute que, si no visible, hacían olible su proceso de descomposición.

¿Qué va quedando de las visiones artísticas? Por lo pronto, no sólo el impacto de sus propuestas visuales sino también el mal olor paralelo a la estetización del mundo. Valen las metáforas perturbadoras que el arte nos provee para ir madurano en el día a día.

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Hortus conclusos, texto de Cristóbal Zapata sobre la obra de María José Argenzio

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