25.6.07

Jardín Capelo



Llega a mi mesa de trabajo una noticia que me alegra. La novela Jardín Capelo de Javier Vásconez acaba de aparecer y se presenta al público quiteño este jueves 28 de junio.

Capelo como lugar no es un nombre extraño a los vecinos que viven en el Valle de los Chillos o circulan a diario entre San Rafael, La Merced, Sangolquí y Quito. Tampoco es un nombre extraño a quienes han seguido el discurrir narrativo de Javier Vásconez. En muchos de sus textos aparece este nombre que se deja percibir como sinónimo de retiro, o un sitio al que van a parar por épocas personajes de este mundo narrativo que buscan un contrapunto a sus agitadas vidas. Cuando la presión que sienten sobre sus destinos hace imposible sus vidas en la urbe quiteña, estos fugan para el extranjero o, cuando ello no es posible, hacia una naturaleza mansa y luminosa como la que existe en Capelo (al menos en el plano literario).

El título de esta novela no me era deconocido. Había escuchado antes mencionar de su existencia a amigos comunes. Y el pasado octubre, a su propio autor. En una mesa virtual que en ese mes llevamos a cabo en este blog, Javier Vásconez nos habló de este libro. Tomo de las palabras cruzadas entonces fragmentos que hacen referencia a esta novela. Por lo que ellas expresan, me parece, vale la pena recordarlas (para contextualizar esa charla he modificado un par de conjunciones que no alteran en nada el contenido allí y aquí expresado).

En esa larga y sugestiva discusión que duró una semana, el 31 de octubre de 2006, entre otros asuntos, se opinó lo siguiente:

- Víctor: Tengo una pregunta quizá poco pertinente relacionada con tu novela inédita, Jardin Capelo. ¿Es posible hablar de ella a pesar de no estar aún publicada?

- Javier: Efectivamente conservo una novela inédita titulada "Jardín Capelo". La escribí antes que "El retorno de las moscas". Para que veas lo increíble de la situación. La novela ligera, corta, de espionaje tuvo mejor acogida editorial que "Jardín Capelo." Hace casi dos años que anda por las editoriales españolas, intentando abrirse paso. Recibo cartas entusiastas, halagueñas, de escritores y editores, pero sin embargo no logra ver la luz. Supongo que me estoy olvidando de ella. Como ocurre con algunas de mis novelas y cuentos anteriores, "Jardín Capelo" es la historia de un viajero que se transforma e interpreta un mundo a través del viaje y se desarrolla en varios escenarios: Barcelona, Quito, un jardín en el Valle de los Chillos.

- Respecto a Jardín Capelo ¿Debemos suponer tus lectores que esa novela, de no publicarse en España, seguirá estando inédita?

- Sí, respecto a "Jardín Capelo"... no sé qué va a pasar. Es una buena pregunta. Porque si no cae un poco de agua en ese "jardín", algún estímulo, creo que va camino de secarse. Te aseguro que no tengo idea. Publicar en Ecuador es limitar las posibilidades de cualquier libro. Es someterse voluntariamente al silencio, a la indiferencia, al olvido. Ya hablé de eso antes, el mercado aquí es minúsculo y las perspectivas desoladoras. Por otro lado, desconozco cuál es el método empleado por las editoriales españolas para decidirse a publicar un libro. En el caso de que posean alguno, en serio, no sé cuál puede ser. Por un lado nos hacen creer que exigen del escritor calidad, riesgo, pero en la práctica no se comportan así. Intuyo que tiene que ver con la procedencia del escritor. Descontando la calidad y la buena escritura, imagino que hay países, temas, etc. más comerciales y atractivos que otros.

Me fue en inicio llamativo —como lo será también a otras personas— que este libro que, por lo que su autor nos suguiere, implica experimento y riesgo, no haya aparecido en España ni lo haya publicado Alfaguara, sello en el que JV ha publicado hasta ahora seis de sus títulos. Ciertamente que esta es una acotación extraliteraria, sin embargo, parece que ahora más que nunca, las razones "extraliterarias" empiezan a tener un papel definitorio a la hora de publicar y difundir una obra.

Me alegra en todo caso saber del aparecimiento de este nuevo libro del autor quiteño. El peregrinaje de la novela por varias editoriales españolas me lo hacen más preciado que nunca.

Jardín Capelo aparece bajo los sellos de Editorial Océano y Orogenia. La presentación se hará este jueves 28 a las 19 horas, en el Hemiciclo de la Flacso-Ecuador. Intervendrán los escritores Eugenio Marrón, Francisco Febres Cordero y Efraín Villacís

Para quienes interese revisar la charla de octubre 2006 llevada a cabo en este blog, queda dispuesto el enlace aquí.

P.S. del 18 de agosto de 2007: encuentro en Diario Hoy de este día una nota a propósito de esta novela. Hago el enlace correspondiente.
Comentario de Carlos de la Torre
El secreto de los jardines, de Fernando Tinajero

3.6.07

Julian Barnes



En 1971 Borges vino a Oxford, obviamente para recibir un título honorario. En ese momento yo estaba trabajando en el Oxford English Dictionary y, por la noche, Borges ofreció algo que no puede llamarse, exactamente, una conferencia o una lectura o un seminario, sino una suerte de audiencia papal informal. Yo ya había estado frente a otros escritores "a veces bastante famosos", pero, por lo general, no me habían impresionado. Más bien, me habían parecido actores que simulaban haber escrito las palabras que estaban pronunciando, pero no había sido así parecían estar vendiéndose de alguna manera. Borges era totalmente diferente. Al finalizar el encuentro, pensé: si esto es ser un escritor, vale la pena serlo.

Escribió estas palabras Julian Barnes hacia 1996 rememorándo al escritor argentino. Tenía 25 años cuando la noche de Oxford. En su diario consignó con minucia otras impresiones sobre el argentino.
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Escribir es un trabajo muy duro pero disfruto haciéndolo y me siento privilegiado por poder dedicarme a ello. Creo que tengo suerte porque tengo temperamento de escritor: me siento bien cuando estoy solo durante muchas horas, quizás porque sé que al final del día tengo compañía. De todo el proceso hay un momento que disfruto especialmente: cuando tienes la historia, la estás escribiendo por primera vez, y ves que fluye suave, que todo está controlado, y sabes hacia donde vas. Ese es el momento que más disfrutas, pero rápidamente te das cuenta de que esa sensación de tenerlo todo controlado es absolutamente falsa. Entonces, lees lo que has escrito y dices: “bueno, sólo es el primer borrador”, y comienza el trabajo de verdad. Es un momento de frescura.

Lo dice a Eva Cosculluela en una entrevista hecha hace poco.

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Julian Barnes es un observador muy perspicaz, a la vez que brillante novelista, y por fortuna no deja de ser ambas cosas entre fogones. Para él cocinar (¿o escribir?) es un acto moral. Y si una receta de cocina, que es el dogma de la autoayuda, se revela ineficaz, la conclusión del perfeccionista es que si no hay recetas válidas para hacer un plato exquisito, tampoco las hay para escribir una excelente novela.



Escribe Francísco solano a propósito de El perfecionista en la cocina ese pequeño y entrañable manual sobre el manejo de palabras y sartenes.
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No he leído al autor inglés con la aplicación que debiera (hasta la fecha me las he visto apenas con tres de sus libros que no incluyen El loro de Flaubert). Sin embargo, insitado por lo que en ellos he visto, más la admiración que al menos tres amigos queridos profesan por la obra del autor inglés, fui ayer por la noche al Kaufleuten para escucharlo. Pues sí, Julian Barnes leyó y conversó ayer en Zúrich con un público numeroso, animado y, como es corriente en estos actos, falto de preguntas oportunas a la hora de tomar la palabra. El autor inglés vinó por estos lares a presentar la versió alemana de su hasta ahora última novela, Arthur & George. No llevé mi diario para consignar la impresión que me causó (no tengo uno); sin embargo, he de decir que su presencia, su prestancia con la palabra, natural y siempre oportuna, encantadora incluso, me recordó a la de sus colegas de oficio, estrellas inteligentes de grato trato con el público, de maneras eficaces pero rociados por ese algo calculado que poseen casi todos los personajes públicos y uno no sabe si felicitarlos por ello o lamentarse - ese algo que llamaríamos profesionalidad de salón, dominio de cancha, diplomacia.



Pero por suerte en literatura son los libros los que tienen la primera y última palabra; la capacidad de atracción de un escritor, sus dotes para ponerse en escena, si bien valen mucho a la hora de mediatizar su nombre, poco nos dicen cuando el silencio de la lectura. Valga la impresión ayer recibida del personaje Barnes para ponerme a leer en serio al Barnes que escribe en silencio.



(En la foto el autor firmando libros en el hall del Kaufleuten luego de la lectura).
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Adolfo Castaños sobre El loro de Flaubert
Javier Aparicio Maydeu sobre La mesa limón
Pagina en español sobre JB

Un abrazo ecuatoriano-mexicano

Por mero equilibrio es necesario contraponer pesos – para no dar un mal paso. Las relaciones diplomáticas de Ecuador y México están rotas de...