24.12.07

Un abrazo desde la nieve


La foto la hizo Thomas Flechtner, un fotografo suizo nacido en Winterthur (no muy lejos de Zúrich) en 1961. En 2001 publicó un libro de fotografías bastante especial, por expectral y mágico, "Snow"; allí las imágenes muestran su lado insospechado, el que quizá lo vislumbramos sólo en sueños. Esa publicación dio el campanazo a la carrera internacional de este artista radicado en la Suiza-francesa. De esa serie de fotografías, realizadas en La chaux de Fonds entre 1996 y 2000, tomo esta que marca y remarca mi saludo de navidad y mis buenos deseos para el año que en pronto echará a desgranar sus días. Va un abrazo. Que el hielo no se trice bajo los pies y las cosas salgan de la mejor forma posible.

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Más fotos de Thomas Flechtner

17.12.07

Oveja negra (Schwarzes Schaf)

El 23 de octubre pasado Suiza eligió a sus parlamentarios. Este rito democrático, importante entre las varias elecciones que celebra la sociedad helvética con exagerada regularidad, no debió ser en ningún caso excepcional, sin embargo, esta vez lo fue.

Algo notorio, pues de común, el pequeño país alpino, salvaguardado en política de los exabruptos comunes que tenzan y muchas veces degradan peligrosamente ese campo (sirve por ello como referente a otros países), llamó la atención de muchos medios internacionales por un hecho que contradecía su tradición y poseía justamente eso, una perturbada dimención política.

Uno de sus partidos, el SVP (algo así como partido popular suizo), ubicable por los intereses económicos de sus directivos y la manera de ver el mundo de sus miembros en la parte derecha más alejada del centro político —no comparable en todo caso con sus equivalentes de Francia, Austria, Italia o España—, optó como caballo de campaña por uno de sus temas favoritos, el que más preocupación causa entre sus seguidores y los que no lo son: los extranjeros delincuentes ¿Qué hacer con ellos? ¿Qué hacer con esos visitantes indeseables que se quedan ilegalmente en el país y ven en las regulaciones y leyes suizas un paraiso para delinquir con soltura e impunidad inimaginables en sus países de origen?

Los hechos y sus versiones difundidas por los medios privados más las estadísticas oficiales confirmaban esa alarma: son de procedencia extranjera con marcada mayoría las personas que han matado, robado, violado y violentado a otras personas e intereses privados al interior del país. El probema existía y existe pero para entenderlo como es debido hay que tomar en cuenta motivos no tan visibles, al menos en una campaña política. El problema, para controlarlo en la medida de lo posible, ya que no habrá como solucionarlo, exigía y exige objetividad, sensibilidad ante el tema y confianza en los fundamentos que erigen su sistema político-social. Sin embargo, como en campaña todo vale, y el miedo produce rendimientos electorales que no da el entendimiento, el SVP vió allí una buena oportunidad para encender las alarmas y cosechar por esa vía para sus candidatos los votos necesarios para elegirlos.

La diferencia entre “delincuente extranjero” y “extranjero”, vista desde el miedo es casi nula. Del “casi” en todo caso se encargaron de borrarlo con agilidad los medios. Y los publicistas del SVP, más creativos que los de sus contrincantes políticos supieron entender mejor que nadie esa salvable distancia y, consecuentemente, obviarla con mucho arte. El extranjero entonces — del tipo que sea — pasó a ser la oveja negra, literal y visualmente. Un hermosa caricatura de ovejitas expresó, con la elocuencia que los discursos no alcanzarón, lo que el SVP quería trasladar — justamente eso que andaba rodando desde hace algún tiempo en el inconciente colectivo de una parte de la sociedad pero nadie se atrevía a nombrar por temor a equivocar las palabras en situación tan pantanosa, a saber ¿Qué hacer con una parte de nosotros, los extranjeros malcriados y quizá malnacidos? ¡Echarlos fuera!


La caricatura dio los frutos calculados. El SVP barrió en las votaciones del pasado 23 de octubre. Su figura destacada, el entonces ministro Christoph Blocher, alcanzó esa vez, quizá su cuota más alta de popularidad. Pero la caricatura trajó también noticias inesperadas, nada alegüeñas para la imagén suiza en el extranjero (y Suiza debe mucho a su buena imagen en el extranjero): fue portada del Times de Londres y de Le Monde de París; se la comentó en las páginas de opinión del New York Times y el Washington Post; se la impugnó en no pocos periódicos árabes o latinoamericanos por racista (en mi país, Ecuador, motivó al menos dos ardoros editoriales que, pensé cuando los leí, casi me hacían olvidar el racismo que existe en sus cotidianas maneras, que de tan naturales apenas se las percibe como tales).

Los días siguieron su rumbo. En noviembre tuvimos elecciones en Zúrich y algunos otros cantones, cuyos resultados influían en la composición del parlamento elejido en octubre. Y sí, en esas votaciones, el SVP sufrió una perdida que para muchos fue inesperada pero no para todos. El electorado suizo volvió esta vez a dar muestras de su prudencia al frenar con su voto al triunfalista partido de derecha que apoyará con fervor hace apenas tres semanas atrás. La prensa extranjera, como era de esperarse, por ser demasiado local ese hecho, omitió su noticia.

(Y los días siguieron su curso. A puertas de diciembre, como sucede en todos los sitios, algunos medios empiezan a realizar sus balances anuales. Así lo hace cada año la revista BILANZ, equivalente helvético de la norteamericana Forbes. Antes de que aparecierá su número especial de noviembre-diciembre, en el que trae la lista de las 300 personas más adineradas que viven en Suiza —sus fortunas juntas suman 529 billones de francos—, empezó a publicitar el número en periódicos y revistas: a página entera podía contemplar el lector las ovejitas entre tanto famosas, fuera y dentro de la confederación, con una leve variación. Con humor negro exquisito —y rentable— el dibujo recordaba a todo el mundo que de las 300 fortunas más fuertes asentadas en este país, más de la mitad pertenecen a extranjeros, a ovejitas negro-doradas que entodo caso nada tienen que ver con las blancas-indígenas —: a la lectura parcial de la realidad oponen una lectura simbólica mucho más elocuente: extranjero = extranjero delincuente = extranjero millonario = extranjero. Pues sí, el humor ayuda a poner las cosas en su sitio.)

Pero los días no dejan de pasar. Llegamos al miércoles 13, día en el que el parlamento suizo, cumpliendo con el rito que celebra cada cuatro años, debe confirmar a su ejecutivo, siete ministros que rotan anualmente sus carteras de gobierno. Si no hay sobresaltos, siguiendo la tradición, se les confirma en sus cargos a los siete personeros de la política ejecutiva suiza. Pero esta vez no sucede así, lo inesperado acaba de darse y nadie sale de su asombro: el parlamento, cuya fracción mayoritaria está compuesta por la derecha suiza, acaban de echar de su cargo al ministro Christoph Blocher, la estrella política del SVP, de quien el octubre pasado comentaran los periódicos del mundo con la alarma y ponderación, el peligro que él simbolizaba para la política y loq ue podría pasar en el resto de países europeos.

He revisado en estos días las ediciones de los principales diarios que el octubre pasado impulsaron la difusión de la caricatura de las ovejas y la hiciera famosa tanto como a Suiza, de la noche a la mañana, racista.


El País de España publicó el 14 una nota breve, sin recordar el contexto de la noticia. El NYT una notita que se pierde con facilidad entre otras: Le Monde igualmente. Sólo la prensa alemana (FAZ) -quiza por la cercanía de lengua y territorio dedica al acontecimiento del pasado 13, el espacio que debe pues el hecho va mucho más allá que la mera suspensión de sus funciones a Herr Blocher: pues sí, tiene que ver con el juego democrático, con la estructura de su sistema que, llegado el caso, sin degradar a la política, deja de lado a los elementos que pudieran alterar sus reglas que permiten la convivencia en paz y el ejercicio de las libertades de los miembros que la componemos, ovejitas blancas, negras, doradas, ... , el color no importa.

Pero las horas no dejan de pasar, y para el caso, los minutos: el día 14, a las 8.00 horas dió el juramento ante el parlamento la nueva ministra Eveline Widmer-Schlumpf; quince minutos después, llegó a mi dirección de correo una nueva versión de la caricatura, ya no de humor negro exquisito, sino más bien agrio - digánlo mejor ustedes).
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swissinfo sobre el tema
La oveja negra, de Italo Calvino
La oveja negra, de Augusto Monterroso

2.10.07

Ferreira Gullar

1

Se podría pensar que el cuadro está completo. Que las imágenes de los abuelos cuyas palabras han irrigado, indagado y re-creado la memoria del continente en la segunda mitad del siglo XX, es ese que nos muestra el asentimiento general de la crítica: allí vemos a los fallecidos hace años o recientemente como Neruda, Borges, Drummond de Andrade, Enrique Molina, Octavio Paz, Haroldo de Campos o Jorge Eduardo Eielson, poetas con perfiles reconocibles en cualquier punto del continente; vemos en ese cuadro a los que viven y siguen publicando: Juan Gelman, Nicanor Parra, Gonzalo Rojas, J.E. Adoum, Alvaro Mutis. Hay muchos más nombres desde luego, que al sólo pronunciarlos se los reconoce y con razón nadie dudaría en ubicarlos dentro de este grupo —como sería el caso, para nombrar a unos pocos que me vienen a mientes, de Carrera Andrade o Jaime Sabines entre los fallecidos o el de Carlos Germán Belli o Mario Benedetti entre los vivos. Hay un poeta sin embargo que no calza en este cuadro de lente dolorosamente parcial, pues poco o nada dice su nombre a nuestra memoria hispana, y ello ciertamente la empobrece.

Me refiero al de Ferreira Gullar, el poeta brasileño vivo más leído —al menos dentro de las fronteras brasileñas— que viene de festejar hace pocos días su septuagésimo séptimo aniversario. Su obra, de expresión diversa y tonalidades multiples, dibuja en su transcurso
no sólo las etapas, en las idas y venidas explorativas con las formas, signos y símbolos que artísticamente la han vuelto referencial sino que también, cosa no tan extraña en los poetas de su generación, muestra al lector una visión en movimiento de su sociedad y los puntos críticos por la que ha debido atravezar.

Ferreira Gullar nació en la ciudad de São Luís, capital de Maranhão, el 10 de septiembre de 1930. Es el cuarto hijo de los once que tuvieron sus padres, Newton Ferreira y Alzira Goulart Ferreira. Del nombre que sus progenitores le otorgaran y heredaran, José de Ribamar Ferreira, el poeta se desprende ya al inicio de su carrera.

Hay una razón para ello, literaria ciertamente. La ha contado y descrito el poeta en múltiples ocaciones en distintos sitios. La ha vuelto a relatar hace poco, al Malpensante, en una entrevista concedida en julio de 2006 a John Galán Casanova: El Gullar proviene de uno de los apellidos de mi madre. Ella se llamaba Alzira Goulart Ferreira. Cuando resolví cambiar de nombre tomé el Goulart de ella, que es francés, y adopté la grafía Gullar, que es como se escribiría en portugués. Lo hice porque mi nombre de pila, José Ribamar Ferreira, es muy común en Maranhão, donde nací. Teníamos muchos escritores con ese nombre: había un Ribamar Pereira, un Ribamar Galiza y un Ribamar Silva. Ribamar Pereira era un poeta flojo, muy académico, sin voz. Un día apareció publicado un poema suyo con mi nombre; en vez de poner Ribamar Pereira pusieron Ribamar Ferreira, que era el nombre con el que yo firmaba. Ahí decidí cambiarme el nombre, para evitar que me atribuyeran poemas que nunca hubiera querido escribir.

Vinicius de Moraes calificó a Ferreira Gullar como "el último gran poeta brasileño". Pero esta sentencia, que es un alto halago y a lo mejor muy cierta, no se ha dejado escuchar fuera del entorno de su lengua. Sus vecinos, los latinoamericanos que hablamos castellano y compartimos con Brasil una historia en sus rasgos generales bastante parecida, apenas nos hemos percatado de la presencia de su voz — ya en 1966, en uno de los textos que conforman Puertas al campo, Octavio Paz recriminaba la actitud hispanoamericana con la lusobrasileña: vivimos de espaldas a una cultura que nos complementa, anotaba el mexicano.

Es vasta y diversa la obra del poeta brasileño y a ella debe el sitial que ocupa en las letras lusobrasileñas. Sin embargo su prestigio, diseminado no sólo en sitios de estudios especializados en su país u otros fuera de él caracterizados por su atención, gravita en un poema: el Poema sujo (Poema sucio, Dirty Poem, Schmutziges Gedicht, Le Poème sale, Het vuile gedicht, ...), un extenso mecanismo de 90 páginas que mueven, conmueven y, lo más importante, no deja de escucharse y leerse desde 1975 y 1976 respectivamente.

Ferreira Gullar lo escribió entre mayo y octubre de 1975, en Buenos Aires, donde el poeta habita parte de su destierro político iniciado en 1971 —que lo llevaría primero a Moscú, luego a Santiago de Chile, Lima y finalmente a la Argentina, donde vive hasta 1977, año en el que le es permitido regresar a Río de Janeiro, su ciudad de adopción.

Es legendaria la manera "cómo" los versos del Poema sucio llegaron a los primeros oídos: Vinicius de Moraes, a su paso por la capital argentina, organiza en noviembre de ese mismo año en casa de Augusto Boal una reunión en la que el poeta lee por primera vez su poema. Vinicius, encandilado por los versos allí trenzados solicita una copia al autor para hacerla circular entre los conocidos que permanecen sobre todo en Río de Janeiro. Por precaución ante los controles ejercidos entonces por la dictadura militar, esa copia, para despistar a sus pesquizas, se la hace en registro de voz, en una cassette. Vinicius, de vuelta en su tierra, y según lo convenido, pone a circular ese material entre los amigos comunes — intelectuales, periodistas y artistas. Uno de ellos, Ênio Silveira, editor, solicita una copia para editarla como libro. Se pone en marcha el proyecto de edición (que toma forma al año siguiente, en 1976), mientras tanto por la ciudad de Río circulan varias copias de la cassetta gravada en Buenos Aires. Para escuchar esos versos se traman entonces sesiones auditivas, fechadas y, como no podía ser de otra manera, fuera de la ley.

La obra de Ferreira Gullar está marcada por la poesía, guiada por ella pero no siempre expresada en sus formas. Es numerosa y múltiple la prosa que ha escrito aparejada a su lírica (de los cincuenta tomos que hasta el momento lleva publicados, 29 son de prosa). La crónica ocupa un lugar especial en este conjunto; ella marca su inició como escritor: las escribe entonces para el Diário de São Luís, en su tierra natal, luego, en Río de Janeiro —llega allí con 21 años— las seguiría redactando para distintos periódicos y revistas prestigiosas también de São Paulo. Con el ensayo su relación es igualmente fecunda y, para el afincamiento de las artes contemporáneas brasileñas, incluso decisiva (un dato elemental: colabora en la proclama del movimiento neoconcretista: su Teoría del no-objeto data de 1959); escribe teatro (cuatro obras entre 1966 y 1978), ficción (dos volúmenes de cuento, una novela), una biografía (la de Nise da Silveira, 1996), un libro de memorias, guiones para televisión y tiene en su haber varios tomos de traducciones hechas desde el francés y el español a su lengua (el Ubu rey de Alfred Jarry (1972), el Don Quijote de Cervantes (2002), El paraiso de Cézanne de Philippe Sollers (2003), entre otros).

El Poema Sujo es referencial ciertamente, y si lo analizamos tomando en consideración las circunstancias en las que se escribe y lo que él despliega en su escritura y las formas que ella allí asume (la de una partitura según el poeta Jaime Siles) sólo podremos aseverar dicha conclusión. Sin embargo, la calidades de ese poema no deben distraernos de su obra restante. Hay más y de calidades similares a las del Poema sucio. En este empeño, vale seguir una recomendación del autor, dejar de lado su primer libro Un poco encima del suelo (1949), parnasiano a más no poder, pero sobre todo poco legible. Es con su segundo libro La lucha corporal (1954) que la escritura de Ferreira Gullar se tensa y trenza en sí esos dos elementos que fluyen por su discurso poético: la pendencia y disyuntiva estética del artista cobijada por los vaivenes poíticos de su país en las cinco décadas anteriores. Muitas vozes (1999) es su último libro de poemas

2

De lo que he podido ver en la red, del poeta brasileño se ha publicado en nuestra lengua hasta el presente los siguientes títulos:

- La lucha corporal y otros incendios (A luta corporal e outros incêncidos), Caracas, 1977
- Hombre comun y otros poemas (Homem comum e outros poemas), Buenos Aires, 197
- Poesía (Antologia poética), Universidad de Cuenca, Ecuador, 1982
- Poemas, Lima, 1987 - En el vértigo del dia (Na vertigem do dia), México, 1998
- Poema sucio (Poema sujo), Visor Editores, Madrid, 1998


Para esta nota he trabajado con los siguientes libros:

- Ferreira Gullar, Coleção Melhores Crõnicas, Seleção de Augusto Sérgio Bastos, São Paulo : Global Editora, 2004
- Ferreira Gullar, Coleção Mehlores Poemas, Seleção de Alfredo Bosi, São Paulo : Global Editora, 2004
- Relâmpagos [dizer o ver], Ferreira Gullar, São Paulo : Cosac & Naify, 2003
- Der Grüne Glanz der Tage, Ferreira Gullar, ausgewählt von Curt Meyer-Clason und Inés Koebel, Serie Piper : München, 1991
- Cultura posta em questão : vanguarda e subdesenvolvimento : ensaios sobre arte, Ferreira Gullar, Rio de Janeiro: Olympio, 2002
- Muitas vozes : poemas, Ferreira Gullar. 3a ed.. Rio de Janeiro : José Olympio, 1999
- Y desde luego, las páginas webs cuyos enlaces quedan dispuestos

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La primera referencia: Debe haber sido hacia 1995. Caminábamos por una calle de Berna o Zúrich. Mi amigo, el poeta Paco Benavides, iba leyéndome de lo más encantado su traducción del Poema sucio. Sin conocimientos gramáticales de la lengua lusa pero hechizado por el contenido y la forma del poema -más una intuición sólo comparable a su oído- se metió de lleno en él, para reproducirlo en nuestra lengua (luego repetiría la tarea con Galaxias de Haroldo de Campos). Trabajó con la versión bilingüe del poema, la portuguesa-alemana (Schmutziges Gedicht, Suhrkamp Verlag, 1985). La versión definitiva la hizo a mano, para sí, pues sabía que no había probabilidad alguna de publicarla en el Ecuador, nuestra matriz, pues entonces como ahora, nadie la habría publicado - es un poema con demasiadas páginas. No sé dónde habrá ido a parar esa versión-transcreación; no sé si el amigo la perdió definitivamente, al regalarla a alguna persona amiga o si la extravió en alguna estación o algún tren. En todo caso, no me han sido posible recuperar esas cuartillas de traslado que escuché leer a Paco una mañana hace años ya en una calle de Berna o Zúrich. A su muerte no dejó indicación alguna. Y en su biblioteca no hay huella que nos refiera algo de Ferreira Gullar.

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Página oficial del poeta
Wikipedia sobre FG
En Babelia sobre FG
Alforja, revista de poesía, especial dedicado a FG

26.9.07

La Crónica: una revisión

Me sabrán disculpar por tener a esta ventana descuidada, con respiración artificial, a decir verdad. Las exigencias laborales, sociales y unas pocas más en las que uno pierde el tiempo a gusto, me alejan de mi escritorio. Pero ya pasa la ola de sobresaltos. El otoño ha sacado ya su cabeza. Han empezado a bajar las temperaturas y se aproxima el tiempo en el que es sumamente grato quedarse en casa recorriendo historias, siguiendo el rumbo de vidas ajenas, o momentos cristalizados, leyendo prensa y revistas infinitas o, desde luego, borroneando posts.

Hoy estaba por acá de paso, y estaba a punto de irme, pero no puedo hacerlo, no al menos con tranquilidad. Las circunstancias me lo obligan. No todos los días da uno de bruces con la claridad, con palabras despejadas y oportunas que vale la pena multiplicarlas. Se tratan de estas:

“A menudo me pregunto por qué los editores de diarios y periódicos latinoamericanos se empeñan en despreciar a sus lectores. O, mejor, en tratar de deshacerlos: en su desesperación por pelearles espacio a la radio y a la televisión, los editores latinoamericanos suelen pensar medios gráficos para una rara especie que ellos se inventaron: el lector que no lee. Es un problema: un lector se define por leer -y un lector que no lee es un ente confuso. Sin embargo nuestros bravos editores no tremulan ante la aparente contradicción: siguen adelante con sus páginas llenas de fotos, recuadros, infografías, dibujitos. Los carcome el miedo a la palabra escrita -y creen que es mejor pelear contra la tele con las armas de la tele, en lugar de usar las únicas armas que un texto no comparte: la escritura. Por eso, en general, les va como les va; por eso, en general, a nosotros también.”

“Una primera definición: la crónica es eso que nuestros periódicos hacen cada vez menos.”

...

Estas palabras las escribe Martín Caparrós en el prólogo de su libro “La Argentina crónica. Historias reales de un país al límite” — Catorce textos que, además de trazar el mapa urgente de un país "al límite", delimitan una nueva forma de entender el periodísmo desde una mirada despierta, valiente y comprometida, y una lectura de los hechos de la realidad que va mucho más allá de lo inmediato, anota su editor.

Y Caparrós continúa así:

“Me gusta la palabra crónica. Me gusta, para empezar, que en la palabra crónica aceche cronos, el tiempo. Siempre que alguien escribe escribe sobre el tiempo, pero la crónica -muy en particular- es un intento siempre fracasado de atrapar el tiempo en que uno vive. Su fracaso es una garantía: permite intentarlo una y otra vez -y fracasar e intentarlo de nuevo, y otra vez.”

Pues sí, este libro de crónicas y sobre la crónica, por lo que se lee en el prólogo —dispuesto aquí en su totalidad— apunta a un problema que aqueja a los periódicos del continente sudamericano, hechos de letras y discursos pero reacios a profundizarlos y difundir el género que mejor les representaría. Las razones para ello las plantea Caparrós en esta introducción. Y con ella la necesidad de hacernos cuanto antes de un ejemplar (por si les interesa, el quiosko está aquí).

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Otro modo de contar la realidad, de Maximiliano Tomas
Sobre Martín Caparros, por Alan Pauls

16.9.07

El ritmo es lo más importante...

Juana Libedinsk de la Nación entrevista a Haruki Murakami. En verdad nada nuevo trae ese texto sobre el escritor japonés pero vale la pena leer los comentarios que los lectores argentinos han hecho a ese texto y las versiones españolas de los libros del mago nipón.

14.9.07

Macedonio a Borges

A las demasiadas buenas cosas por leer que circulan en forma de libro, periódico, revista o, todas estas posibilidaes juntas en millonarios bytes por el cielo virtual, se le suma otra de igual calidad. Una nueva revista con contenidos de nuestro interés, ADN Cultura, de Diario La Nación de la Argentina. Variada y rica oferta es la que propone. Vale darse una vuelta. De allí, de la edición del día 11, he tomado esta carta de Macedonio Fernádez dirigida a Borges. No la conocía, y a quienes no conocían al autor, ella, en tan pocas líneas, muestra elocuentemente el originalísimo mundo de su autor.

Querido Jorge Luis:

Iré esta tarde y me quedaré a cenar si hay inconvenientes y estamos con ganas de trabajar. (Advertirás que las ganas de cenar las tengo aún con inconvenientes y sólo falta asegurarme las otras).

Tienes que disculparme no haber ido anoche. Soy tan distraído que iba para allá y en el camino me acuerdo de que me había quedado en casa. Estas distracciones frecuentes son una vergüenza y me olvido de avergonzarme también.

Estoy preocupado con la carta que ayer concluí y estampillé para vos; como te encontré antes de echarla al buzón tuve el aturdimiento de romperle el sobre y ponértela en el bolsillo: otra carta que por falta de dirección se habrá extraviado. Muchas de mis cartas no llegan, porque omito el sobre o las señas o el texto. Esto me tiene tan fastidiado que rogaría que se viniera a leer mi correspondencia en casa.

Su objeto es explicarle que si anoche vos y Pérez Ruiz en busca de Galíndez no dieron con la calle Coronda, debe ser creo, porque la han puesto presa para concluir con los asaltos que en ella se distribuían de continuo. A un español le robaron hasta la zeta, que tanto la necesitan para pronunciar la ese y aún para toser. Además, los asaltantes que prefieren esa calle por comodidad, quejáronse de que se la mantenía tan oscuro que escaseaba la luz para su trabajo y se veían forzados a asaltar de día, cuando debían descansar y dormir.

De modo que la calle Coronda antes era ésa y frecuentaba ese paraje, pero ahora es otra; creo que atiende al público de 10 a 4, seis horas. Lo más del tiempo lo pasa cruzada de veredas en algunas de las casas; quizá anoche estaba metida en lo de Galíndez: ese día le tocó a él vivir en la calle.

Es por turnos y éste es el de que yo me calle.

Macedonio Fernández

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MF en Wikipeidia
macedonio.net

2.9.07

Volver a los 39

“Hay más Bartlebys por centímetro cuadrado en la literatura latinoamericana actual de los que hubiera podido soñar Melville” destaca Margarita Valencia, gerente en Bogota de la Capital del libro 2007, el evento literario del año en lengua hispana concluido la semana pasada. “Los personajes literarios de Bogotá39 tienen miedo de conseguir un empleo o de no conseguirlo. Tienen miedo porque saben que la vida es difícil y no tienen sueños grandilocuentes donde refugiarse. Saben, asimismo, que toda situación es susceptible de empeorar y tienden, los más sabios, a la inmovilidad, con la esperanza de pasar desapercibidos” nos dice en un interesántisimo balance -Los asesinos prudentes, publicado en Semana de Bogota- de este encuentro de escritores, lectores, editores y personas todas que tienen que ver de alguna forma con el circuito comercial que recorre la novela y el libro de relatos, desde su concepción en la cabeza de un escriba hasta su producto final, el tomo que sostiene en sus manos el lector.

Como les habrá sucedido a muchos hasta antes de este encuentro, no todos los nombres de los escritores que allí acudieron me eran desconocidos. Había leído a unos pocos, con atención y admiración a cuatro de ellos; con curiosidad, gusto y ninguna sorpresa, a otros tantos. La mayoría de los convidados por tanto me era desconocida. No me será posible ponerme al día con sus escritos puesto que al juntarlos hacen todos un corpus al que habría que deicarle mucho tiempo, algo que no poseo. Por ello la valía del escrito-informe tejido por la Señora Valencia; de él saco un nombre que lo había escuchado -o leído- en otros entornos y vuelve a sonar de nuevo en esta oportunidad con encomio: el de Alejandro Zambra (Chile 1975), autor de amplia y variada producción con títulos como, Bonsái y La vida privada de los árboles, cuyos méritos la crítica ha sabido destacar.



19.8.07

Desnudar el hielo

Uno de los dos periódicos dominicales que nos llegan a casa, el Sontagszeitung, trae en su portada de este día una hermosa foto de numerosos cuerpos al natural tendidos sobre una montaña de hielo. Dispersos con enigmática lógica sobre una ondulada superficie, ellos nos dejan ver de otra manera ese escenario de riscos y moles de agua petrificada, de ranuras, grietas y tiempo congelado fuera del tiempo. En las páginas interiores del diario veo más: cuerpos enfilados sobre una cresta de frío sin memoria, perlas preciosas impregnando una superficie de agua antigua, desfiladeros, racimos humanos pendiendo de las nubes; y al fondo de esas ondulaciones y tras caprichosos celajes, un azul de montaña resplandeciente.

Si, se trata de un proyecto de Spencer Tunick, el artista norteamericano (nacido el 1 de enero de 1967) que desde 1992 viene fotografiando cuerpos humanos desnudos y vivos en espacios públicos de todo el mundo - en nuestro continente ha estado en locaciones de México, Venezuela, Chile y Brasil (en Pereira, ciudad colombiana, le falló el público el junio pasado: sólo tuvo a su disposición 24 personas, de ellas sólo tres mujeres).

Tunick estuvo ayer en Suiza y fotografió sobre los glaciares de los Alpes a seisientas personas. La manifestación artística estuvo esta vez impulsada por Greenpeace, como parte de una campaña a nivel mundial que lucha contra el calentamiento global. En Suiza es este un tema de constante preocupación pues sus glaciares no sólo que están amenazados sino que cada año, literalmente, “hacen agua”. Hasta 150 metros por año es el paso al que se derriten.

Mucho hay en la web sobre este arista. He tomado como muestra unos fragmentos (y editado) la entrevista que le hiciera años atras Clemente Bernard cuando el artista relizara uno de sus proyectos en el País Vasco.


¿Cómo se considera usted?
Soy un artista que realiza instalaciones y documenta la instalación con fotografía y vídeo. El resultado final es fotografía y proyección de vídeo.

¿Qué criterios de selección sigue para escoger un lugar?
En el 90% de los casos la elección de la ciudad responde a una invitación por parte de un Museo de Arte Contemporáneo. Cuando meinvitan a una ciudad y yo acepto la invitación, ya una vez en esa ciudad yo escojo las localizaciones que quiero.

¿Toma en consideración las diferencias culturales entre los lugares donde realiza sus fotografías para poder hacer diferentes retratos?
El trabajo ya crea en sí mismo una igualdad entre el cuerpo en diferentes países; por supuesto que tengo muy claras las diferencias pero separamos lo que es el cuerpo, el espacio y las formas, no entre países porque en la escultura que estoy realizando ya hay diferentes tonalidades de piel, distintos colores de cabello; en mi corazón la gente es toda igual, es la bondad que muestran en su participación. Todos somos humanos.

¿Qué intenta proyectar con su trabajo?
Bueno, lo bueno de ser un artista visual es que trabajas con lo visual, no eres un escritor y no te expresas a través de la palabra sino que te expresas mediante presentaciones visuales, de modo que cada imagen evoca determinados sentimientos, algunos pueden ser sobre el medio que nos rodea, otros sobre la condición humana, la humanidad, otros pueden tener un trasfondo social o un trasfondo político, pero principalmente no es político, casi siempre se refiere al resto de lo que anteriormente he mencionado: humanidad, etc...



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Fotos, textos y links a la obra Tunick
9 fotos sobre el glaciar alpino en el Tagesanzeiger
11 fotos sobre el glaciar alpino en la web de Greenpeace

22.7.07

Foto de viaje: JF Velasco

Hasta este día (domingo 12 de agosto) he estado fuera de casa, dando vueltas con mujer e hijos por algunos sitios de los USA y el Ecuador. Llegamos de nuevo a casa hace cinco horas, con maletas robustas de ropa por lavar y una cantidad de libros, revistas y periódicos cuya lectura espero ponerla al día cuanto antes. Hemos visitado a familiares y amigos y, como lo supuse al inicio, me ha sido imposible encontrarme con amigos y familiares que me habría gustado saludarlos.

Me fui sin avisar, ruego me pasen por alto esa manera abrupta de marcharse - y también esta de volver como si nada hubiese pasado.

He hecho muchas fotos en este viaje. Una de ellas, que la subí al blog el 22 de julio pero la deje colgada en la trastienda por falta de texto (por ello la fecha equívoca de esta entrada), la tomé en Manhattan, en el dédalo de Times Square.

Me llamó la atención encontrame entre la tumultuosa oferta publicitaria que literalemnte baña de imágenes gigantes las paredes de ese entorno newyorkino, una que alertaba de la presencia del cantante quiteño Juan Fernando Velasco para el día 11 de agosto (para ayer noche; en la foto queda un 1 fuera de mi lente).

No sé cómo habrá resultado su concierto. En todo caso me alegró saber que no sólo son ecuatorianas las personas que valoran su trabajo interpretativo y creativo.

Tengo otras fotos de viaje provistas por el azar. Pero debo aún revisarlas antes de compartirlas.

11.7.07

Gómez de la Serna y los ecuatorianos

Ramón Gómez de la Serna no es un tema que atraiga las luces de estación o despierte el interés de editores y lectores alertas a las tendencias. No, su obra no está más para esos trotes, ella, por lo que es, va por los años sin prisas ni risas forzadas; va a paso de clásico, discurriendo con sigilo, como un río que apenas deja sentir su caudal y serpentea a capricho por la memoria, por el cuerpo de la lengua toda, indagándo sus márgenes, oxigenandose en su discurrir, poniéndo a prueba los ramales y brazos que se le juntan y le van naciendo.

¿Cuándo es que leímos por primera vez a Gómez de la Serna? ¿Qué fue lo qué leímos? ¿Por qué? A lo mejor fue La Nardo, en la edición de bolsillo de Bruguera, o un par de dispersas Greguerías alojadas en alguna revista, o la biografía breve de Oscar Wilde o la de Baudelaire, la del Greco, la de Lope de Vega o la de Rubén Darío que me la regaló y dedicó un amigo querido que ya no está más entre los vivos. La memoria confunde esas referencias esparcidas por el camino, esas lecturas instintivas, conversadas con los amigos, distorsionadas por la pasión y el abuso de los vocablos, ordenadas luego de a poco por la admiración (por la propia y la ajena).

Pero no se las olvida, e incluso si uno no trabaja activamente con esas lecturas, creo que de alguna manera el inconciente no deja de proyectar su sombra en las labores que nos ocupa en el presente.

No hace mucho, por casualidad, mientras buscaba en mi biblioteca un tomo de Lichtenberg, me salió al paso la edición Total de Greguerías publicadas por Aguilar hacia 1962 (no es mera coincidencia que en busca del alemán haya dado con el español; los dos son, como se diría, del mismo barrio). Repasé entonces, con ese suave júbilo que uno siente al coincidir luego de años con un viejo amigo, esa colección y fusión de metáforas que podrían ser disparatadas si no se detuvieran matemáticamente antes de dar el paso en falso y volverse fatuos absurdos. Pero uno nunca sabe. Gómez de la Serna, al menos en un punto, nos autoriza a no saberlo: "Nunca se sabe qué cosa es greguería..." nos lo rememora, o quizá define, curandose de paso en sano.

Y recuerda:

Si te conoces demasiado a ti mismo, dejarás de saludarte.

Golf: juego para ratones que se han vuelto ricos.

Cuando por los altavoces anuncian que se ha perdido un niño, siempre pienso que ese niño soy yo.

Los tornillos son clavos peinados con la raya al medio.


Me he detenido en este autor por una razón. Hace un par de semans recibí referencias de una revista que editán periódicamente los “Ramonianos” de Madrid —en papel y byts. Entre los trabajos varios que contiene el “Boletín Ramón” Nr. 13, consta un trabajo de Gustavo Salazar sobre Benjamín Carrión y el escritor español. El artículo no se detiene en la relación amistosa de estos dos escritores: indaga la época y restituye los contextos y materiales que fueron afincando esa relación amistosa, recuerda además, para placer nuestro, a los personajes que coinciden entonces en sus preocupaciones literarias con los dos personajes, o se sienten atraídos por su influencia: Gonzalo Escudero, Jorge Carrera Andrade, el dadaísta ecuatoriano Hugo Mayo (¿o fue surrealista?), los autores Jorge Fernández, Humberto Salvador, Pablo Palacio. Hay una valiosa inclusión, central en el artículo, la de César E. Arroyo, una figura que a muchos nada dice pero que sin embargo, por lo que el autor me comentaba hace dos años en Madrid y hace poco al teléfono, es mucho más importante de lo que podría suponerse.

Dispongo el Link respectivo al Boletín Ramón N. 13 . Allí habrá que ir a la página 48.


Gustavo Salazar, quiteño, es investigador literario, el bibliógrafo por exelencia, literalmente, un ratón de biblioteca; es quien puso en orden la biblioteca del Centro Cultural Benjamín Carrión, y no por casualidad es quiza el especialista más destacado en la obra de autor lojano (de Loja del Ecuador) y el que más ha escrito al respecto. Sus libros, los publicados en el Ecuador y México, sin que apenas nadie se diese cuenta, consta desde hace años ya en los catálogos de la British Library y The Library of Congress. Los resultados de sus pesquizas literarias, que se despliegan en territorios completamente olvidados por la crítica, estan exaustivamente documentadas y tienen una extraña virtud, poco frecuente en trabajos de ese tipo: alterar los mapas literarios vigentes, las rutas de estudio establecidas.

25.6.07

Jardín Capelo



Llega a mi mesa de trabajo una noticia que me alegra. La novela Jardín Capelo de Javier Vásconez acaba de aparecer y se presenta al público quiteño este jueves 28 de junio.

Capelo como lugar no es un nombre extraño a los vecinos que viven en el Valle de los Chillos o circulan a diario entre San Rafael, La Merced, Sangolquí y Quito. Tampoco es un nombre extraño a quienes han seguido el discurrir narrativo de Javier Vásconez. En muchos de sus textos aparece este nombre que se deja percibir como sinónimo de retiro, o un sitio al que van a parar por épocas personajes de este mundo narrativo que buscan un contrapunto a sus agitadas vidas. Cuando la presión que sienten sobre sus destinos hace imposible sus vidas en la urbe quiteña, estos fugan para el extranjero o, cuando ello no es posible, hacia una naturaleza mansa y luminosa como la que existe en Capelo (al menos en el plano literario).

El título de esta novela no me era deconocido. Había escuchado antes mencionar de su existencia a amigos comunes. Y el pasado octubre, a su propio autor. En una mesa virtual que en ese mes llevamos a cabo en este blog, Javier Vásconez nos habló de este libro. Tomo de las palabras cruzadas entonces fragmentos que hacen referencia a esta novela. Por lo que ellas expresan, me parece, vale la pena recordarlas (para contextualizar esa charla he modificado un par de conjunciones que no alteran en nada el contenido allí y aquí expresado).

En esa larga y sugestiva discusión que duró una semana, el 31 de octubre de 2006, entre otros asuntos, se opinó lo siguiente:

- Víctor: Tengo una pregunta quizá poco pertinente relacionada con tu novela inédita, Jardin Capelo. ¿Es posible hablar de ella a pesar de no estar aún publicada?

- Javier: Efectivamente conservo una novela inédita titulada "Jardín Capelo". La escribí antes que "El retorno de las moscas". Para que veas lo increíble de la situación. La novela ligera, corta, de espionaje tuvo mejor acogida editorial que "Jardín Capelo." Hace casi dos años que anda por las editoriales españolas, intentando abrirse paso. Recibo cartas entusiastas, halagueñas, de escritores y editores, pero sin embargo no logra ver la luz. Supongo que me estoy olvidando de ella. Como ocurre con algunas de mis novelas y cuentos anteriores, "Jardín Capelo" es la historia de un viajero que se transforma e interpreta un mundo a través del viaje y se desarrolla en varios escenarios: Barcelona, Quito, un jardín en el Valle de los Chillos.

- Respecto a Jardín Capelo ¿Debemos suponer tus lectores que esa novela, de no publicarse en España, seguirá estando inédita?

- Sí, respecto a "Jardín Capelo"... no sé qué va a pasar. Es una buena pregunta. Porque si no cae un poco de agua en ese "jardín", algún estímulo, creo que va camino de secarse. Te aseguro que no tengo idea. Publicar en Ecuador es limitar las posibilidades de cualquier libro. Es someterse voluntariamente al silencio, a la indiferencia, al olvido. Ya hablé de eso antes, el mercado aquí es minúsculo y las perspectivas desoladoras. Por otro lado, desconozco cuál es el método empleado por las editoriales españolas para decidirse a publicar un libro. En el caso de que posean alguno, en serio, no sé cuál puede ser. Por un lado nos hacen creer que exigen del escritor calidad, riesgo, pero en la práctica no se comportan así. Intuyo que tiene que ver con la procedencia del escritor. Descontando la calidad y la buena escritura, imagino que hay países, temas, etc. más comerciales y atractivos que otros.

Me fue en inicio llamativo —como lo será también a otras personas— que este libro que, por lo que su autor nos suguiere, implica experimento y riesgo, no haya aparecido en España ni lo haya publicado Alfaguara, sello en el que JV ha publicado hasta ahora seis de sus títulos. Ciertamente que esta es una acotación extraliteraria, sin embargo, parece que ahora más que nunca, las razones "extraliterarias" empiezan a tener un papel definitorio a la hora de publicar y difundir una obra.

Me alegra en todo caso saber del aparecimiento de este nuevo libro del autor quiteño. El peregrinaje de la novela por varias editoriales españolas me lo hacen más preciado que nunca.

Jardín Capelo aparece bajo los sellos de Editorial Océano y Orogenia. La presentación se hará este jueves 28 a las 19 horas, en el Hemiciclo de la Flacso-Ecuador. Intervendrán los escritores Eugenio Marrón, Francisco Febres Cordero y Efraín Villacís

Para quienes interese revisar la charla de octubre 2006 llevada a cabo en este blog, queda dispuesto el enlace aquí.

P.S. del 18 de agosto de 2007: encuentro en Diario Hoy de este día una nota a propósito de esta novela. Hago el enlace correspondiente.
Comentario de Carlos de la Torre
El secreto de los jardines, de Fernando Tinajero

3.6.07

Julian Barnes



En 1971 Borges vino a Oxford, obviamente para recibir un título honorario. En ese momento yo estaba trabajando en el Oxford English Dictionary y, por la noche, Borges ofreció algo que no puede llamarse, exactamente, una conferencia o una lectura o un seminario, sino una suerte de audiencia papal informal. Yo ya había estado frente a otros escritores "a veces bastante famosos", pero, por lo general, no me habían impresionado. Más bien, me habían parecido actores que simulaban haber escrito las palabras que estaban pronunciando, pero no había sido así parecían estar vendiéndose de alguna manera. Borges era totalmente diferente. Al finalizar el encuentro, pensé: si esto es ser un escritor, vale la pena serlo.

Escribió estas palabras Julian Barnes hacia 1996 rememorándo al escritor argentino. Tenía 25 años cuando la noche de Oxford. En su diario consignó con minucia otras impresiones sobre el argentino.
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Escribir es un trabajo muy duro pero disfruto haciéndolo y me siento privilegiado por poder dedicarme a ello. Creo que tengo suerte porque tengo temperamento de escritor: me siento bien cuando estoy solo durante muchas horas, quizás porque sé que al final del día tengo compañía. De todo el proceso hay un momento que disfruto especialmente: cuando tienes la historia, la estás escribiendo por primera vez, y ves que fluye suave, que todo está controlado, y sabes hacia donde vas. Ese es el momento que más disfrutas, pero rápidamente te das cuenta de que esa sensación de tenerlo todo controlado es absolutamente falsa. Entonces, lees lo que has escrito y dices: “bueno, sólo es el primer borrador”, y comienza el trabajo de verdad. Es un momento de frescura.

Lo dice a Eva Cosculluela en una entrevista hecha hace poco.

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Julian Barnes es un observador muy perspicaz, a la vez que brillante novelista, y por fortuna no deja de ser ambas cosas entre fogones. Para él cocinar (¿o escribir?) es un acto moral. Y si una receta de cocina, que es el dogma de la autoayuda, se revela ineficaz, la conclusión del perfeccionista es que si no hay recetas válidas para hacer un plato exquisito, tampoco las hay para escribir una excelente novela.



Escribe Francísco solano a propósito de El perfecionista en la cocina ese pequeño y entrañable manual sobre el manejo de palabras y sartenes.
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No he leído al autor inglés con la aplicación que debiera (hasta la fecha me las he visto apenas con tres de sus libros que no incluyen El loro de Flaubert). Sin embargo, insitado por lo que en ellos he visto, más la admiración que al menos tres amigos queridos profesan por la obra del autor inglés, fui ayer por la noche al Kaufleuten para escucharlo. Pues sí, Julian Barnes leyó y conversó ayer en Zúrich con un público numeroso, animado y, como es corriente en estos actos, falto de preguntas oportunas a la hora de tomar la palabra. El autor inglés vinó por estos lares a presentar la versió alemana de su hasta ahora última novela, Arthur & George. No llevé mi diario para consignar la impresión que me causó (no tengo uno); sin embargo, he de decir que su presencia, su prestancia con la palabra, natural y siempre oportuna, encantadora incluso, me recordó a la de sus colegas de oficio, estrellas inteligentes de grato trato con el público, de maneras eficaces pero rociados por ese algo calculado que poseen casi todos los personajes públicos y uno no sabe si felicitarlos por ello o lamentarse - ese algo que llamaríamos profesionalidad de salón, dominio de cancha, diplomacia.



Pero por suerte en literatura son los libros los que tienen la primera y última palabra; la capacidad de atracción de un escritor, sus dotes para ponerse en escena, si bien valen mucho a la hora de mediatizar su nombre, poco nos dicen cuando el silencio de la lectura. Valga la impresión ayer recibida del personaje Barnes para ponerme a leer en serio al Barnes que escribe en silencio.



(En la foto el autor firmando libros en el hall del Kaufleuten luego de la lectura).
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Adolfo Castaños sobre El loro de Flaubert
Javier Aparicio Maydeu sobre La mesa limón
Pagina en español sobre JB

27.5.07

Profanaciones

1 De palabra

Procuro no perderme nunca las opiniones que semana a semana Javier Marías vierte en sus artículos de El País Dominical. Tienen éstos un elemento especial y grato que sus libros, por su naturaleza misma, no pueden mostrar, o si lo hacen queda siempre en el trasfondo, flotando en el aire que respiran los personajes de sus narraciones, dando vida pero invisible.

En sus artículos dominicales —como hace unos años en los mensuales de Letras Libres— el autor Marías es una persona que va a pie por los días, se cabrea, sonríe, toma el bus, el metro, aborda un avión, sale del cine, va al quiosco a comprar tabacos y se pierde por una calle del centro de Madrid, por una calle de cualquier sitio conversando con un amigo, a lo mejor contándole eso que nos cuenta a sus lectores luego, domingo a domingo, como si fueramos ese mismo amigo con el que se aleja calle arriba.

En su prosa semanal, en la que, en varios niveles y sentidos valdrá decir, contemporaniza la necesidad de equilibrio, pocas veces falta la ira, ese elemento temperamental que, cuando se lo percibe en un texto, parecería provenir de un desacuerdo razonado y quizá sólo por ello la encontramos incluso saludable, a punto en el caso del autor madrileño que nunca deja de mostrarla y siempre la tiene a raya como a un doberman obediente.

Como les sucederá a muchos de los lectores del escritor Marías, no coinciden siempre con mis apreciaciones las que él hace sobre algunos temas; sin embargo, nunca deja de serme aleccionadora la manera cómo él presenta sus alegatos y el cuidado con el que los aborda. No me dejan jamás impavido sus textos jaspeados con referencias eruditas —que parecen no serlas— y sus observaciones inteligentes —que jamás presumen como tales—. Por lo que he podido comprobar el autor Marías de los domingos disiente en no pocas cosas con su prójimo. Y nunca deja de dar razones para ello. Cuando cierra un artículo el lector sabe que la idea que lo motivó no se olvida y queda abierta como una puerta. El autor se ha marchado pero por si quisieramos contradecirlo, con razón o sin ella, sabemos sus lectores que podemos entornar esa puerta, pasar a su laboratorio y conversar.

Cuando opina de política local o mundial, tengo la impresión que esos miligramos de bilis que segrega su vescícula doblaran su dosis. Las palabras se tensan entonces más de lo normal y los adjetivos, quizá porque el terreno que pisan es muy peligroso, se hacen con un brillo y efectividad que obligan al lector a contrastarlas y pensarlas de nuevo. No hay condesendencia en sus artículos, hay disidencia, un desacuerdo casi continuo con las cosas que conforman y nombran el mundo, con las personas que nos representan y deciden en nombre de cada uno de nosotros. Hay en sus palabras un no estar de acuerdo constante. Y algo que mucho le honra y valoro por demás, continuo respeto, respeto constante.

2 De palabra y hecho

Cualidad primera es el respeto en quien ejerce la palabra escrita, de principio en quien ejerce el poder, en quien merece ejercerlo en nombre de los demás. Esta cualidad de principio es la que los ecuatorianos, con más pena que rabia, hemos echado en falta hace poco en nuestro presidente. El pasado sábado 19 de mayo, el Econ. Rafael Correa, presidente de los ecuatorianos, ofendió en palabra y acción a dos periodistas que en diálogo público discreparón con sus puntos de vista. "Saquen a este hombre de aquí", según la prensa, fueron las palabras que dirigió a sus policías señalando al periodista Emilio Palacio. A mucha honra Carlos Jijón, periodista de diario Hoy —ejerce la defensoría del lector—, en solidaridad con su colega, abandonó también la sala en la que estaban reunidos.

En los pocos meses que lleva el Econ. Correa en el cargo de presidente ha implementado y llevado adelante una política que provoca discusión en algunos de sus puntos pero que la mayoría de los ecuatorianos hemos reconocido como necesaria y en todo caso guíada por un afan de justicia, ya casi extraviado en los políticos de nuestros lares.

Con los artículos que Emilio Palacio publica en El Universo, me sucede algo similar a lo que me pasa con los que suscribe su colega Javier Marías en El País: intento no perdérmelos nunca. En la claridad de su escritura, dispuesta desde una perpectiva parabólica, donde lo local y lo universal toman sentido con la actualidad y la historia universal, hay un elemento moral constante que jamás troca en moralina. La exaustiva documentación que los ampara los preserva de esos precipicios. Mucha injusticia hay en nuestra sociedad; denunciarla con altura es oficio sino peligroso sí bastante molesto y en todo caso jamás rentable. Hace falta tener mucho valor para escribir como lo hace el periodista guayaquileño, con respeto siempre pero sin conceder ni un milimetro a la injusticia, el abuso y la irregularidad. La fineza de su estilo es comparable sólo con su firmeza.

No sé si hasta esta fecha el Econ. Correa ha pedido una disculpa pública por su comportamiento. Si este percance hubiese sucedido en su hogar, como persona racional que es, me lo puedo imaginar pidiendo disculpas a su esposa y a sus hijos. Si fuese el presidente de una empresa privada, dando una explicación por lo menos al directorio. Sabemos todos que fue docente en la Universida San Francisco ¿habrá sido intolerante con sus alumnos, con esos jóvenes hijos de familias adineradas? ¿Cómo habría sido su comportamiento si hubiese sido profesor de la Universidad Central? Salvo a la imaginación, no importan las respuestas posibles a estas preguntas. Para la realidad de los días, sin embargo, me viene a mente una que es ciertamente incómoda ¿Qué estarán pensando sobre el presidente Correa los funcionarios honestos —que los hay— que trabajan para su gobierno? ¿No corre el riesgo el presidente Correa de perder la confianza de esas personas de estima, muy necesarias si quiere llevar adelante un gobierno honesto?

3 De frases sabias

Esta semana ha topado el humor del autor madrileño algo que a todos nos incumbre: los lugares comunes; y en ese territorio, algo que se cuida de parecerlo, los lugares comunes distinguidos. El arte de la cita anda por los suelos, parecería decir el madrileño. Esto me ha recordado la lectura hecha hace un par de años de un manojo de textos escritos sobre el tema por Gabriel Zaid. No han perdido valor ni actualidad esas reflexiones del maestro mexicano. Pueden comprobarlo ustedes mismos
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O que yo pueda asesinar un ..., de Javier Marías
Tristeza real, de Emilio Palacio

Y del maestro Gabriel Zaid
Citas exóticas,
Citas abusivas I,
Citas abusivas II,
Citas acumulables,
Citas y aforismos
Citas y aforismos,

20.5.07

Madrid: Zurich-Viena-Quito


Planeamos con Mujer pasar unos días en Viena. Ello no nos ha sido posible, una indisposición cambió nuestros planes. Teníamos previsto encontrarnos en esta ciudad con Edwin Madrid, que desde el pasado martes ha leído y charlado en el marco del IV. Festival Lateinamerikanischer Poesie. Ni modo, el desencuentro se ha dado.

Zurich, un año atrás

Fue el pasado verano que Madrid vino a leer en Zurich — del 25 de junio al 9 de julio de 2006. Entonces estuvo invitado por el Departamento de Español del Seminario de Lenguas Románicas de la Universidad de Zurich. Por dos asuntos: primero, para impartir la conferencia “Poesía escrita en la línea imaginaria del Ecuador”, en el Coloquio de Letras Hispánas que dicta Itzíar López Guil; luego, para leer en las jornadas académicas que en los días 30 de junio y 1 de julio, en homenaje a los 60 años de Martín Lienhard, profesor de Literaturas Sudamericanas —castellana y portuguesa—, tuvieron lugar en esos dos días.

A mí me resultó muy grato compartir entonces la conversación con el amigo como en los viejos tiempos, y en su compañía, en los días huecos, pasear por algunas ciudades y calles con carga simbólica suficiente para activar el fetichismo literario y darnos la posibilidad de recordar caminos abiertos por la lectura (las tumbas de Joyce y Canetti en Zürich, la de Borges en Ginebra; rememorar a los fantasmas de Nietzsche y Erasmo en las calles de Basilea fueron un motivo).

De esa visita de Madrid a Helvetia queda una referencia que habrá que tomar en cuenta: La mirada postmoderna de Edwin Madrid: poesía y mujer en Mordiendo el frío, un sesudo ensayo de la profesora Itzíar López Guil que, por lo que tengo entendido, hasta el momento está publicado sólo en “De márgenes y silencios”, la memoria del coloquio en honor a Martín Lienhard. No estaría nada mal que alguna revista académica ecuatoriana reprodujera ese trabajo — pensado en otro contexto, con atisbos y acotaciones que enriquecerían la crítica, al menos la que se dedica a la obra de este autor.

Viena, de festival

De la agenda que el poeta ecuatoriano ha debido seguir esta semana en Viena, me llamó la atención una lectura, la que se llevó a cabo el pasado miércoles en el Instituto de Lenguas Romances de la Universidad. Fueron dos los poeta que debieron leer, que leyeron esa tarde —me lo confirma al teléfono— en esa institución: Madrid y la poeta austriaca Friederike Mayröcker, un clásico vivo en lengua alemana.

Esta poeta forma parte de ese distinguido grupo que Marcel Reich-Ranicki distingue como “Damas de la poesía” en su libro “Frauen dichten anders” y está conformado por Ingeborg Bachmann, Annette von Droste Hülshoff, Ricarda Huch, Else Lasker- Schüler, Nelly Sachs, Elisabeth Langgässer, Marie Luise Kaschnitz, Isle Aichinger und Sarah Kirsch.

He intentado hace un momento contactar a Madrid por teléfono. Me responden del otro lado: no, no está en casa, esta tarde es de asueto para el poeta y pasea en compañia de un compatriota por las calles vienesas — con el buen clima que hace, supongo que bebiendo cerveza. Sí, ya convesaremos, ya me pondrá el autor al tanto de este interesante Festival de Poesía que tiene por objeto dar a conocer en lengua alemana la poesía que se escribe en Latinoamérica; y allá, la que se escribe en la lengua de Thomas Berhard y Mayröcker pero que de momento, por la baja económica que envuelve al menos a dos centros importantes de tradución, de tránsito entre estas dos lenguas, como son Ciudad de México y Buenos Aires, apenas nos damos por enterados .
(En la foto Edwin Madrid en Ginebra, al pie de la casa donde falleció Jorge Luis Borges el 14 de junio de 1986)

P.S. No acostumbro colgar poesía en este medio, sin embargo, hay siempre la excepción que rompe la regla.

Friederike Mayröcker

¿Que necesitas?

¿Que necesitas? Un árbol una casa para
comparar que larga que corta la vida como humano
que grande que pequeña cuando alzas tu mirada hacía la corona
te pierdes en la belleza verde, abundante
que grande que pequeña piensas que corta
es tu vida cuando la comparas con la vida de los árboles
necesitas un árbol, necesitas una casa
ninguno para ti solo sólo una esquina un techo
para sentar para pensar para dormir para soñar
para escribir para callar para ver el amigo
las estrellas el pasto la flor el cielo.

Trad.: Herwig Weber

La palabra contra los depredadores

En el último congreso del Pen Club, el escritor israelí David Grossman ley un texto que lleva el título que da pie a esta entrada. En él, habla del poder de la escritura para liberar a los autores y a la sociedad del congelamiento y la arbitrariedad que impiden entender el propio pensamiento. Siempre nos es bien venido el pensamiento de este escritor. El texto entero lo publica Diario La Nación de Argentina, en su edición de este día, aquí.

8.5.07

Thomas Pynchon: 70 vueltas


Los Feuilletons de tres periódicos de lengua alemana no dejan escapar el día. Cada uno de ellos trae un artículo que celebra a Thomas Pynchon en su septuagésimo aniversario. Y cada uno nos da una versión del autor cuyo rostro nadie ha visto en público desde hace décadas, quizá desde 1963, año en el apareciera su primera novela, "V".

El señor del laberinto, es el título del artículo de Angela Schader en el NZZ de Zúrich. El medidor enmascarado, el de Dietmar Dath en el FAZ de Frankfurt; TP, el Schakespeare de la cultura pop, el de Wienland Freund en Die Zeit de Berlín. ¿Por dónde acercarse a un escritor cuya obra sus pares contemporáneos no dejan de celebrar y recomendar — e indagarse sobre la personalidad de su autor? Con hipótesis ciertamente, con notas y notitas que se arriesgan sobre su vida pero nada definen. Si embargo, algo se sabe.

Por ejemplo que nació en Long Island, New York, hace 70 años; que estudió primero física y luego literatura en la Universidad de Cornell, donde fue alumno de Wladimir Navokov, quien por cierto nunca pudo recordar a tan ilustre alumno (no así su esposa, que mantenía el recuerdo de la letra bastate partícular del alumno de su esposo).

Pero como en este campo todo es suposición, muestro unas pocas hechas ya hace algún tiempo. Dispongo a continuación los enlaces que nos presenta elocuentemente al escritor norteamericano.

(Arriba, fotograma de un legendario episodio de Los Simpsons, en el que, como en la realidad, el rostro del autor permanece oculto - no así su voz: es la del propio Pynchon, la que se escucha en ese episodio.)

Hacer Historia, Rodrigo Fresan sobreTP
Recuerdos de lecturas de Pynchon
El camino hacia '1984', un ensayo de T. Pynchon
Comentario a la novela El arco iris de gravedad

6.5.07

El Ecuador en dos muestras

No es usual leer en la prensa española (o la de los otros países a la que suelo echarle un vistazo) noticias en las que el nombre de Ecuador esté acompañado de implicaciones culturales. Lo corriente es encontrarnos, en el caso de España, con reportes y análisis que abordan los conflictos generados por la nutrida inmigración ecuatoriana allí asentada; o, veta más rica, sobre el caprichoso discurrir político de esa sociedad andina, compuesto por no pocos abruptos que parecerían copiar al detalle el pérfil de la cordillera que atraviesa al país.

Por ello me ha llamado la atención enterarme por la prensa de dos eventos que implican al país andino en términos estrictamente culturales y, supongo, hará mucho bien dedicarles la atención del caso, pues dan cuenta de aspectos que por lo general casi nadie intuye y, peor aún, se da tiempo para ubicarlos, leerlos, situarlos donde deben. Se trata de dos exposiciones que se exiben en estos días en Madrid.

La una, Ecuador. Tradición y modernidad, muestra cuidada por Víctor Mínguez, que —por lo que leo— se remonta en su propuesta a los antepasados más remotos del enclave geográfico llamado hoy Ecuador; es decir, a la Cultura Valdivia (3800-1500 a.C), observa también los períodos indígena y virreinal y se detiene con muchas más razones en los siglos XIX y XX. El arte colonial y el del XIX son para el Ecuador muy referenciales. La Escuela Quiteña, esa particular manera que los artistas de entonces, indígenas anónimos los más, desarrollaron en sus representaciones religiosas, no reposa como mera referencia en las iglesias y museos de la ciudad sino que invitan a sus observadores a ser reinterpretadas.


La otra muestra, que es de arte contemporáneo y presenta a varios artistas de Sudamerica, en la que participan algunos ecuatorianos, está curateada por Rodolfo Kronfle. Lo que las imágenes quieren-Vídeo desde Hispanoamérica, que es cómo se llama esta muestra tiene una veintena de vídeos que pueden contemplarse en el Museo de Colecciones ICO (Zorrilla, 3) en Madrid hasta el 20 de mayo. La muestra recorre cuatro unidades temáticas: ¡Ciudad, cámara, acción!, Mano a mano con la Historia, Espacios de conciencia y Eres lo que recuerdas.


Comentario sobre esta muestra en El Cultural.
Propuesta teórica y fotos de algunas obras en Río revuelto
Arte contemporaneo en el Ecuador, ensayo de R. Kronfle

Citas: rondando esquinas

La primera tarea de un escritor no es tener opiniones, sino decir la verdad... Y negarse a ser cómplice de mentiras e información errónea. La literatura es la casa del matiz y de la indocilidad a las voces de la simplificación. La tarea del escritor es que sea más difícil creer a los saqueadores mentales. La tarea del escritor es hacernos ver el mundo tal cual, lleno de muchas reivindicaciones diferentes y papeles y vivencias.

Lo dice Susan Sontag. Y lo sigue diciendo en un conjunto de observaciones sobre el oficio publicadas (aquí) a propósito de la aparición en español de su libro La conciencia de las palabras.
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Siempre siento el deseo de ver las cosas tal y como son antes de que yo las vea. Deben ser muy hermosas y tranquilas. Así deben ser, porque oigo a la gente hablar así de ellas.

No había leído este fragmento sino hasta ayer. Sé ahora que viene en el libro Conversación con el suplicante, de Franz Kafka. La cita nos la procura un comentario de Ángeles Molina a los dos tomos de Estudios de arte contemporaneo, I y II, de Valeriano Bozal, publicados a finales de 2006.
(Un ensayo de Valeriano Bozal: representación de la violencia y el mal en la cultura y el arte contemporáneo)

25.4.07

Sobre el arte conceptual

Por Sol LeWitt

1 Los artistas conceptuales son místicos más que racionalistas. Llegan a conclusiones a las que no llega la lógica.


2 Los juicios racionales repiten juicios racionales.

3 Los juicios irracionales llevan a nuevas experiencias.

4 El arte formal es esencialmente racional.

5 Los pensamientos irracionales deberían seguirse de manera absoluta y lógica.

6 Si el artista cambia de opinión a mitad de camino en la ejecución de su obra, pone en riesgo el resultado y repite resultados pasados.

7 La voluntad del artista es secundaria al proceso que va de la idea a la concreción de la obra. Su voluntad bien puede ser puro ego.

8 Cuando se utilizan palabras como pintura y escultura, se connota toda una tradición, y esto implica la aceptación de esta tradición, imponiendo así sobre el artista una serie de limitaciones que lo llevarán a evitar hacer arte que vaya más allá de esas limitaciones.

9 El concepto y la idea son diferentes. El primero implica una dirección general mientras que el segundo es el componente. Las ideas ejecutan el concepto.

10 Las ideas pueden ser obras de arte: se encuentran engarzadas en una cadena de desarrollo que eventualmente puede encontrar alguna forma. No todas las ideas necesitan materializarse.

11 Las ideas no proceden necesariamente en un orden lógico. Pueden enviarlo a uno en direcciones inesperadas, pero cualquier idea debe, necesariamente, completarse en la mente antes de que se forme la siguiente.

12 Por cada obra de arte que se materializa hay muchas variaciones que no.

13 Una obra de arte puede entenderse como el conducto que une la mente del artista con la del espectador. Pero bien puede nunca llegar a la mente de éste, o dejar siquiera la del artista.

14 Las palabras de un artista a otro pueden inducir una cadena de ideas, si comparten el mismo concepto.

15 Dado que ninguna forma es intrínsecamente superior a otra, el artista puede usar cualquier forma, desde una combinación de palabras (hablada o escrita) hasta la realidad física.

16 Si se utilizan palabras, y provienen de ideas sobre el arte, entonces son arte y no literatura; los números no son matemática.

17 Todas las ideas son arte si se preocupan por el arte, y caen dentro de las convenciones del arte.

18 Por lo general, uno entiende el arte del pasado aplicándole las convenciones del presente, malinterpretando así el arte del pasado.

19 Las convenciones del arte son alteradas por las obras de arte.

20 El arte exitoso cambia nuestro entendimiento de las convenciones al alterar nuestras percepciones.

21 La percepción de ideas lleva a nuevas ideas.

22 El artista no puede imaginar su arte, como tampoco puede percibirlo hasta que lo ha terminado.

23 El artista puede percibir erróneamente una obra (es decir, entenderla de un modo diferente a su autor), pero este malentendido de todos puede dar comienzo a su propia cadena de pensamiento.

24 La percepción es subjetiva.

25 El artista no necesariamente debe entender su propio arte. Su percepción no es ni mejor ni peor que la de los demás.

26 Un artista puede percibir el arte de los otros mejor que el propio.

27 El concepto de una obra de arte puede involucrar la materia de la que está hecha la obra o el proceso durante el que se realiza.

28 Una vez que la idea de la obra se establece en la mente del artista y su forma final es decidida, el proceso se lleva a cabo a ciegas. Hay muchos efectos secundarios que el artista no puede imaginar. Estos pueden utilizarse como ideas para nuevas obras.

29 El proceso es mecánico y no debería interferirse en él. Debería seguir su curso.

30 Hay muchos elementos involucrados en una obra de arte. Los más importantes son los más obvios.

31 Si un artista utiliza la misma forma en un grupo de obras, y cambia el material, uno debe asumir que el concepto del artista involucraba el material.

32 Las ideas banales no pueden salvarse mediante bellas ejecuciones.

33 Es difícil arruinar una buena idea.

34 Cuando un artista aprende su oficio demasiado bien, hace arte demasiado cool.

35 Estas frases son comentarios sobre arte, pero no son arte.

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El artista norteamericano Sol Lewitt murió el pasado 8 de abril en New York a los 78 años de edad. Imposible dejar de lado el catálogo que Pagina 12 dispone a sus lectores en homenaje al artista, uno de los fundadores del arte conceptual y minimalista norteamericano.

No es mucho el tiempo transcurrido desde la vez última que ví en pantalla gigante a Sol Lewitt; mejor dicho desde que lo ví y leí las definiciones arriba transcritas que atraviezan y sirven de apoyo al documental Conceptual Paradise, de Stefan Römer.

Este exaustivo documental sobre este territorio artístico y su manera partícular de plantearse y representar el universo fue presentado en Zürich el pasado 2 de diciembre, en una función especial organizada por mi antigua profesora Dorothee Richter, a la que asistió su director.
Muchos nombres claves (todos del norte) desfilan por ese reporte visual: Vito Acconci, John Baldessari, Sabeth Buchmann, Hans Haacke, Hartmut Bitomsky, Joseph Kosuth, David Lamelas, Ed Ruscha, Peter Weibel , el interesántísimo Lawrence Weiner, entre otros. Y tras todos estos nombres y el mundo por ellos tramado, está como una constante, como su nombre, Sol LeWitt.
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La BBC sobre LeWitt

23.4.07

San Jordi en Suiza


Cómo cada 23 de abril, el Lobby suizo del libro, ha festejado este con el espíritu creativo que le caracteriza; amparado en un lema, una consiga que involucra a todos, Suiza lee, nos ha hecho reparar en la fecha y en el valor multiple de estos contenedores portátiles de sueños e ideas que frecuentamos. El lema es, me parece, una constatación casi silenciosa, pero que sin embargo ha puesto en movimiento a mucha gente y ha llegado con su intención a casi todo el mundo (suizo).
A lo largo y ancho de la petit Suisse, en librerías, bibliotecas, iglesias, estaciones de tren, teatros, asociaciones, restaurantes, esta organización (suena extraña la palabra Lobby junto a libro) que junta en sí a todas las personas involucradas con este bien y este negocio, han preparado una serie de lecturas y actos que tienen por centro al libro. Uno de ellos muy llamativo, que tiene por lema: tiempo de viaje es tiempo de lectura, es un videoclip que se proyecta en las patallas gigantes de las estaciones centrales de trenes de Zurich, Berna, Basilea, Lausanne, y Ginebra en el que se ve y escucha leer al autor Peter Bichsel (uno de los clásicos suizos que vive aún - y bebe vino bueno y malo; y no consta en Wikipedia en español) su hermoso relato Mi viaje a Cordes que, reeditado para la ocación en una una hermosa edición de 14 páginas, ilustradas con grabados de Hannes Binder, el Hobby del libro lo ha venido distribuyendo gratuitamente desde hace tres semanas.
Pero ese ímpetu que motiva a los involucrados con el mundo del libro, lo ha volcado esta vez también en un pedido público, una protesta ante los representantes en el parlamento por si se les ocurre meter las manos en la ley de precios fijos de los libros, que hace que éstos tengan un costo igual tanto en una pequeña librería (como Calligram en la Niederdorf) o en una mega-librería como Orell-Füssli que forman parte de una cadena de negocios más grande, siempre interesantes y siempre llenas de novedades pero jamás memoriosas y atentas como esas que son aún administrada por libreros-lectores que no pierden de vista al pasado ni a los temas y nombres de poca fama que apenas se venden pero sin embargo son, si no imprescindibles, si necesarios de encontrar, palpar, hojear, y quizá volverlos inolvidables.
Vengo de mirar el noticiero y visto como, junto a la noticia de la muerte del ex presidente ruso Boris Jeltsin, la de las elecciones francesas, se comentaba la de los libros y sus desafíos, con igual importancia. Vale la rosa de San Jordi, cuando los noticieros hacen públicas tales preocupaciones.
(Foto de la instalación colocada para la ocación en la estación de trenes de Zurich: leer da alas - o si se quiere, leer ala)

Un soberbio honesto

La edición del sábado 21 de diario español El País trae un perfil del presidente ecuatoriano Rafael Correa. Deja contemplarlo desde distintos ángulos pero, sobre todo, con distancia necesaria. Anota Fernando Gualdoni casi al inicio del texto: Quienes le conocen coinciden en calificarle de íntegro, vehemente, generoso y muy risueño cuando la vida le va bien. Reconocen, sin embargo, ... .
Hay acceso libre al texto y hay como leerlo enteramente aquí.

También el semanario inglés The Economist trae en su número último un comentario sobre el preseidiente Correa y la consulta popular realizada el pasado 15 de abril en la que ganó su propuesta política con más del 80% de votos. Dispongo ese texto en la carpeta de comentarios.

19.4.07

Agradecimiento de JV

El pasado nueve de abril publiqué líneas abajo una notita a propósito del libro Apuestas: los juegos de Javier Vásconez. No tengo aún entre mis manos el libro. Leí en la prensa ecuatoriana impresiones de su presentación la noche del pasado 13, en el Hotel Embassy de la capital ecuatoriana.

Pregunté luego a Javier Vásconez por correo electrónico si me podría confiar el texto que leyó en agradecimiento a los editores y colaboradores de la publicación para hacerlo público en Ojo latino. Acaba de remitirmelo — agradezco su gentileza y buena disposición.
Puesto que el texto es algo extenso (dos cuartillas) lo coloco en la casilla de comentarios. Pasen y leánlo:

(En la foto el autor y el poeta Iván Carvajal)

18.4.07

Candidato

Quien se ofrece para ocupar un cargo público debería tener una trayectoria inmaculada, sin ninguna mancha que pudiera dejar alguna duda sobre su pasado. Así lo entendían ya los romanos, que hacían vestir a los aspirantes a esos cargos una túnica blanca, llamada candida, con la que se exhibían públicamente para manifestar públicamente la pureza y la honradez que cabía esperar de ellos.

El nombre de la túnica provenía de la ra raíz indoeuropea kand- o kend- (brillar), de la cual se han derivado palabras tales como candelabro, candente, candela, cándido, incandescente, incendio, etcétera.

Ningún derivado de candidus llegó hasta nosotros con significado directamente alusivo al color blanco, pero la blancura deslumbrante que la palabra latina candor expresaba en la lengua de los césares se mantuvo en el español candor, con el sentido de "sinceridad, sencillez y pureza de ánimo" que la palabra también tenía en latín. El Diccionario de la Real Academia Española menciona el sentido de "suma blancura" como acepción de candor, pero en la práctica esta palabra es muy poco usada con ese sentido.

Con la extensión de la democracia desde la segunda mitad del siglo XVIII, la palabra candidato es hoy harto conocida en toda la comunidad hispanohablante. No lo era antes de esa época, como permite comprobar el Diccionario de autoridades (denominación de la primera edición del Diccionario de la Real Academia Española, 1729), que decía:

El que pretende y aspira o solicita conseguir alguna dignidad, cargo, ó empléo público honorífico. Es voz puramente Latina y de rarísimo uso.

Cabe añadir que las velas, candelas o cirios eran llamados en latín candela, en alusión al brillo que provenía del calor; de ahí la palabra candente, que en latín significaba ‘blanco o brillante como consecuencia del calor’, y la castellana incandescente.

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Como lo he hecho ya en otras veces de exigente tiempo, en las que apenas he dispuesto de minutos para dar cuenta de algo —un recuento, una crónica o alguna alusión— me he valido también esta de la mera copia.
La historia de la palabra "candidato" llegó hoy a mi casilla de correo electrónica, a donde me llegan con regularidad la de otras tantas que tejen y dan sustento a nuestra lengua —y reiteradamente no dejan de asombrarme. Las remite Ricardo Soca, de La Página del idioma español.

17.4.07

El plebiscito de Correa

El editorial de diario español El País de este día versa sobre la consulta popular llevada a cabo en el Ecuador el pasado domingo. Por si interesa leerlo, queda dispuesto el enlace.

15.4.07

Kurt Vonnegut se fue volando


El jueves por la mañana, en el desayuno, revisando la prensa del día antes de salir para el trabajo leí la noticia. La encontré despues en los otros diarios. No murió de cáncer al pulmón o enfermedad otra provocada por los tabacos de toda la vida (hace un año recorrió las redacciones de muchos periódicos una noticia provocada por declaraciones suyas: su decisión de entablar un proceso acusatorio a una compañía tabacalera por no cumplir con lo que anuncian como prevención en las cajetillas de tabacos en letras inmensas, a saber que fumar mata. Iba a reclamarles a los de la tabacalera, cuyos tabacos venía fumando desde hace sesenta años, una indeminización por no cumplir con la palabra escrita pues, a despecho suyo, seguía aún vivo a pesar de los tabacos que no dejaba de volverlos humo). Dí con sus libros por casualidad, gracias a una ingeniosa cita leída por el camino que llamó mucho mi atención; con no poca sorpresa tiempo después, mientrás le seguía la pista, dí con un título que pasó a formar parte de mi colección de fetiches, de nombres fetiches: Galapagos, un libro publicado en nuestra lengua hacia 1985 y reeditado hace poco, en 2005.

Copio a continuación la rápida semblanza que Página 12 hace del escritor y dispongo el Link para leer uno de sus textos (más otros enlances que nos dan cuenta de su obra).

Kurt Vonnegut murió el miércoles pasado a los 84 años. Era uno de los últimos grandes escritores norteamericanos de la posguerra que seguían vivos y en actividad. A sus extraordinarias novelas como Madre noche, Las sirenas de Titán y la célebre Matadero 5 (en la que relató de un modo único su experiencia durante el brutal bombardeo aliado a la ciudad de Dresde), le sumó en los últimos años una feroz militancia, junto a Norman Mailer, Gore Vidal y Noam Chomsky, contra el estado de situación de su país. Buena parte de los artículos que publicó en este tiempo fueron recopilados en el volumen Un hombre sin patria (editorial Bronce), a cuyas páginas pertenecen estas líneas sobre Ignaz Semmelweis. El libro fue recientemente distribuido en las librerías de Buenos Aires.

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Comentario a Galapagos de Francisco José Suñer Iglesias

Un abrazo ecuatoriano-mexicano

Por mero equilibrio es necesario contraponer pesos – para no dar un mal paso. Las relaciones diplomáticas de Ecuador y México están rotas de...