12.8.08

Noir Équateur

Es este el título de un libro que llamó mi atención en una librería de Lyon. Una edición de bolsillo, de época, grato de ver y hojear y, por alguna otra razón, llamativo. Por su título quizá o, a lo mejor, por las ilustraciones de Joel Jiménez que intercalan los relatos que contiene, un manojo de historias escritas por José de la Cuadra (1903-1941).

Por lo general, en los estantes de las librerías medianas de las ciudades que no tienen el castellano como lengua de uso, el espacio que dedican a los libros de autores latinoaméricanos traducidos, suele ser reducido. No es nada extraño por ello que en esos parcos estantes nunca encuentre ejemplares de autores ecuatorianos. El mercado tendrá sus razones para que así sean las cosas; la tradición narrativa ecuatoriana las suyas, para explicar el poco o nulo interés que sus discursos provocan en otras culturas. Habrá que comentar algún rato las razones de esa carencia y lo que se podría hacer en el mercado de lenguas para que las voces que mejor suenan casa adentro, en el entorno de la lengua, pudiesen alojarse también en otras. Son poquísimos los autores ecuatorianos que se pueden leer en otras lenguas; y de estos, presentados por lo general en antologías, son un puñado los que tienen más de un libro traducido a dos o tres lenguas extranjeras.

Noir Équateur (2008) está publicado por la editorial L'arbre vengeur y abre la colección La forêt invisible que dirije Robert Amutio (traductor de Roberto Bolaño), que es quien además próloga la obra.

Para quienes no hayan escuchado antes el nombre de José de la Cuadra, les proporciono un dato. Los personajes de este escritor guayaquileño, sobre todo los que aparecen en Los Sangurimas, preceden la llegada de Pedro Páramo y del Coronel Aureliano Buendía, creaturas que giran en una órbita similar a la que propone el guayaquileño.
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Alfredo Pareja Diez-Canseco sobre J. de la Cuadra
Los Sangurimas, en alemán
José de La Cuadra, Diadro Hoy




10.8.08

Vuelta

Me fui sin avisar. No pensé que mi ausencia duraría tanto tiempo -más de tres meses. Tuve mis motivos para ello, y entre ellos, rondándolos como un guardia nocturno, el cansancio, la desgana. Sucede que mi porcentaje laboral aumentó y debo ahora dedicar a mi vida como bibliotecario más horas que antes. Pero las cosas van bien: entre tanto he tomado ritmo y dado salida a los asuntos pendientes; he conversado también con personas interesantísimas, leído artículos y un par de libros gratos, visitado muestras y exposiciones, zapateado calles desconocidas y regresado a otras luego de algún tiempo.
Espero no perder de vista a los temas con los que he tenido que vérmelas en mi tiempo de retiro y valen la pena reconsiderarlos.
Pues sí, esto nada más por ahora. Y claro, como no, mis disculpas por no haber dejado señal alguna antes de marcharme.

Un abrazo ecuatoriano-mexicano

Por mero equilibrio es necesario contraponer pesos – para no dar un mal paso. Las relaciones diplomáticas de Ecuador y México están rotas de...