26.4.05

Ratzinger visto por una mujer

Die Weltwoche” es un semanario en lengua alemana que se imprime en Zürich y circula también por Alemania y Austria. Es un periódico-revista en cuyas secciones el lector encuentra una oferta de lectura siempre interesante. Sus temas, a caballo entre el ensayo y la crónica, van de lo local a lo universal y son seleccionados con una agilidad sólo comparable a las maneras varias como abordan esos mismos temas, siempre desde distintos puntos de vista, siempre desde algún punto insospechado.

Con la elección del nuevo Papa, por la naturaleza de su rango y la significacncia de la misma institución, en todo lado se ha dicho y escrito mucho. Todos lo han hecho. Die Weltwoche lo ha hecho a su manera, como siempre, de agradecer; de las 98 páginas que tiene la revista, el ejemplar último (del 21 de abril) ha dedicado 16 a Benedikt XVI. En una de estas páginas destaca la entrevista hecha a Uta Ranke-Heinemann (77 años), entre teólogas católicas, la hereje por excelencia. No sé cómo se lean sus libros en otras tradiciones, pero en alemán —copio de la revista en marras— su libro “Eunucos para el reino de los cielos” tiene hasta la fecha 24 ediciones.

Las opiniones de la señora Ranke-Heinemann llaman la atención por dos hechos bastante singulares:

1) fue la primera mujer en el mundo en recibirse como teologa católica.
2) su compañero de estudios de teología en München fue Joseph Ratzinger

Les alcanzo la entrevista hecha por Julian Schütt; transitan por aquí términos no necesariamente teológicos —sí bastante coloridos, bastante humanos, en todo caso.

Señora Ranke-Heinemann, uno de sus colegas de estudios fue Joseph Razinger. ¿Pudo usted resistirlo?
Estudiamos teología en Munchen en 1953/54. Allí nos licenciamos. Era la estrella entre los estudiantes varones. Ya desde entonces carecía él de algún tipo de atractivo erótico. Pero bueno, eso me daba igual pues yo estaba comprometida.

Causaba él más efecto entre los hombres?
Mire, la iglesia católica es una institución en alto grado homoerótica. Allí, como mujer no se puede esperar ninguna cosa. Pero para responder a su pregunta. No creo que Ratzinger haya tenido una propensión homosexual. Desde mi modo de ver, a él le faltaba el toque erótico.

¿No lo quiere usted tan bien que digamos?
Personalmente si. Nos une un comportamiento cuidadoso de parte y parte. En todo caso yo le deseo mucha suerte en el santo sillón. De todos modos, el no está afectado por ese vicio en el que han incurrido tantos obispos y Papas: el no es un ignorante. Ratzinger me considera también como una persona inteligente, a pesar de que soy una mujer.

Sin embargo le fue retitado en 1987 el permiso de enseñanza eclesiástica.
Sé que no fue él el que quiso desarcerse de mí. Si hubiese dependido de Ratzinger, me habría mantenido en esas funciones. Yo continué trabajando luego en una cátedra independiente de la iglesia, enseñando en la universidad de Essen historia de la religión.

Dijo alguna vez que usted sería una mejor cristiana que el Papa. ¿Qué podría hacer usted mejor?
La iglesia católica es notoriamente una empresa (uni)personal. Allí arriba uno fija una tarifa y abajo la repiten. Lo que Jesus en verdad dijo y realizó, al interior de este sistema apenas se podría reconocer. Su mensaje dice por ejemplo: “ama a tu enemigo”.

¿Qué será lo que cambiará con el nuevo Papa?
No tengo idea. Desde hace tiempo yo no espero nada de un Papa, se llame este Juan Pablo II o Benedikt XVI. La fé en la infalibilidad está tan marcada que 2000 años de vejación eclesiástica a la mujer han dejado de ser retrógrados. Pero esto ya no me perturba más.

¿En otras palabras, para el Papa el tema de la mujer no estará en primer plano?
En el Vaticano se piensa así: todos los pastores son hombres. Todas las mujeres son ovejas. Con ello está todo dicho.

¿No sabía usted esto cuando fue colega de Ratzinger?
Ah, yo misma era entonces una ovejita piadosa hasta el exceso que se creía todo. Entonces no tenía ninguna duda sobre la Institución de la Iglesia.

Poco antes de iniciar sus estudios de teología se convirtió usted al catolicismo y se recibió luego como la primera teologa católica en el mundo.
Yo quería casarme con mi novio católico y tenía que convencer a mi padre, un protestante extremo, que en la Biblia misma está escrito que mezclarse —entre credos— era prohibido. Entre tanto sé una cosa: tanto los católicos como los protestantes son intolerantes.

¿Por qué entonces no ha abandonado la religión?
Eso les gustaría tanto a los hombres. Pero ese favor yo no se los hago.

19.4.05

Pennac y Bovarismo

El Ecuador arde. La indignación se manifiesta y exige, esparce protestas, y, esta vez, se expresa con una voz que le pertenece (se conduce a sí misma, no es conducida, no podrá ser secuestrada). La paciencia exánime, la buena fé desengañada, la indiferencia conmovida, con los rostros que les son propios y los lenguajes que mejor les expresan están diciendo lo que el poder nunca quiso escuchar. Esta vez no hay intermediario que “de diciendo” —es decir, “desfigurando”, que es como se entiende en nuestra manera de tratar a las personas y a las palabras— alguna verdad, unos derechos, una parva de necesidades, la necesidad del respeto elemental.

Se agitan los ánimos, arde la indignación. Esperemos que la Razón encuentre su equilibrio (que encuentre ella a las personas que mejor puedan leer y entender nuestro país plurinacional, nuestro mundo multipolar, peligrosamente unívoco). Espermos que este reclamo al poder, tan justo como necesario, no arda en su propia llama para volver mañana, pasado mañana, a este ayer que no termina de pasar desde hace casi tres décadas.



El Ecuador arde y yo cantando (es a lo que más se parece literatura). Bueno:

Por la prensa me entero que Editorial Norma acaba en estos días de poner en circulación en el mercado ecuatoriano “Como una novela”, ensayo novelado de Daniel Pennac*, autor francés de nuestro mismísimo presente.

Pennac es un escritor que conozco de recién, hará a lo mucho dos años. Accedí a él por encantamiento (al parecer, la puerta más utilizada con este autor), sin amigo o amiga interpuesto, o el comentario especializado de revista o periódico alguno, de normal, las vías más transitadas hacia lo desconocido, lo otro y los otros. Sólo después he ido enterándome de quién es este señor y de las obras que ha publicado hasta el presente (novelas juveniles y ¡Oh sorpresa! libros de comics).

Fue así. Hace como dos años, en una clase a la que asistía entonces, la sabia profesora que la impartía, tuvo una vez la grata ocurrencia de pegar a una puerta, junto a informaciones que tenían que ver con el contenido del curso y nada con Pennac, el siguiente texto:

Los derechos imprescindibles del lector

1. El derecho a no leer
2. El derecho a saltarse las páginas
3. El derecho a no terminar un libro
4. El derecho a releer
5. El derecho a leer cualquier cosa
6. El derecho al bovarismo (enfermedad de trasmisión textual)
7. El derecho a leer en cualquier lugar
8. El derecho a hojear
9. El derecho a leer en voz alta
10. El derecho a callarnos

Como lo podran entender sin ir muy lejos, quedé deslumbrado de inmediato por esta concisa y gratificante declaración de amor a la vida.

Luego, tan pronto como pude, me hicé con un ejemplar de la versión original del libro y
uno en su versión castellana. El original fue publicado por Gallimard en 1992 y, casi inmediatamente, en 1993, en España por Anagrama (la edición que tengo es la novena, de 2003).

Estos molestosos datos los he citado a propósito de un par de detalles, más bien leves (algo nos dicen de la manera de leer un mismo texto en diferentes tradiciones, o de las leyes del mercado y sus tácticas).

En la versión francesa, luego de la dedicatoria que el autor pone al inicio del libro, en la página siguiente el autor hace el siguiente pedido a sus lectores:

Se ruega (les suplico) no utilzar estas páginas como instrumento de tortura pedagógica. D.P. (On est prié (je vous supplie) de ne pas utiliser ces pages comme instrument de torture pédagogique .D.P)

La versión española no incluye este pedido del autor pero, a cambio, pone una cinta publicitaria en la portada que contiene el siguiente texto:

“Leed cien veces este libro, los pedagogos, mil veces...Una esplendida reivindicación de la lectura desde unos presupuestos tan inhabituales pedagógicamente como de sentido común” (Cuadernos de pedagogía).

No sé si la edición de Norma respeta el pedido del autor expuesto al inicio del texto.

La lectura de este libro es gratísima. Las cuatro partes que lo conforman abordan las maneras cómo nos relacionamos (nos relacionan) con los libros, cómo niños y cómo adultos. No me desparramo sobre su contenido explicito en el decálogo anotado. Creo que éste es suficientemente rico como para movernos hacia él.

Me detengo más bien en otro asunto allí contenido: el bovarismo, el significado de esta palabra citada en el derecho número 6.

Hace ya algunos años leí con mucho entusiasmo Madame Bovary; como suele suceder a los jóvenes que se acercan a ese libro con un algo de fervor, terminé entonces enamorado de Emma, la madame de la novela. Me queda aún el recuerdo de aquella emoción; ésta encaja bien con esta definición francesa de la palabra en marras:

BOVARISMO: Palabra forjada a partir de un personaje de Flaubert, para designar una actitud caracterizada por el rechazo a la mezquindad cotidiana y la busqueda torpe de una vida más novelesca (en nuestra lengua, si se quiere, cabría el adjetivo sentimental).
En Les mots clés du francais au bac (Profil Pratique 422-423), de Paul Désalmand.

(Me parece que en lengua castellana esta palabra ha sido utilizada sólo por Ricardo Piglia. La leí en uno de sus textos ensayísticos hace también algunos años.)

Lanzo esta botella al mar a ver cuan derechos están estos derechos.


*http://www.france.diplomatie.fr/label_france/ESPANOL/DOSSIER/2000BIS/11pouvoir.html

P.S. En un lapso de 24 horas este texto ha sido “retocado”. No alterado: le he sumado los parrafos iniciales y limpiado unos ripios. Disculpas por ello.

8.4.05

Joyce en quiteño

He bajado este texto porque es demasiado largo. Si alguien tiene interés en él puede dejarme una noticia. Yo se lo enviaré por mail.

Un abrazo ecuatoriano-mexicano

Por mero equilibrio es necesario contraponer pesos – para no dar un mal paso. Las relaciones diplomáticas de Ecuador y México están rotas de...