8.7.12

1 entre mil millones

Folio, la revista que mes a mes publica el diario suizo Neuer Zürcher Zeitung (NZZ), tiene por tema en su número de julio las vacaciones, las ¡lindas vacaciones!: Schöne Ferien! Nunca dejan de llamar la atención los contenidos de este mensual (tampoco los de las otras publicaciones que la casa editorial, periódicamente, mientras el diario sigue su ruta, pone en el mercado como si nada, más que para debatir, para proseguir un diálogo de altura con los diferentes públicos que conforman la sociedad).
Como es habitual, Folio se interna el tema vacaciones desde distintas perspectivas. Por mi parte, al empezar a leer la publicación, me llamó la atención el editorial firmado por Barbara Klinbacher y titulado: 1 de 1 000 000 000: Mil millones de turistas viajaran de vacaciones este año. Pero nadie vendrá a donde Alejandro.

Alejandro es un indígena de la selva ecuatoriana que la redactora del artículo conoció hace 15 años en un poblado inexpugnable de la amazonía ecuatoriana. El recuerdo de ese viaje y los planes de Alejandro para impulsar un proyecto turístico son los ejes de reflexión de este texto. Los demás textos, de agradecer, como siempre.

8.6.12

América Ladina

La nota escrita por Manuel Vallejo (no, no se trata de mi tío que así también se llama) está firmada en Bogota, donde Yaron Avitov ha presentado su documental America Ladina, en el marco de la 25a Feria del Libro de Bogota. Su trabajo rastrea los vestigios de los sefardíes arribados a América en los siglos XVI y XVII por 16 paises de la región.

Leyendo esta crónica, he llegado a este fragmento:

... . En 2004 inicié mis averiguaciones sobre los marranos en Quito y durante ocho años el hilo de las mismas me llevó a entrevistas en nueve países de Latinoamérica. Paseándome por Zaruma (población en la zona montañosa del sur de Ecuador) era como estar en Jerusalén; tras dictar mi conferencia buen número de personas orgullosamente me comentaba por la calle: “Sabe, ¡yo también soy Sefardí!”.

Leer la crónica completa

6.6.12

Un título innegociable

Las razones de la ejemplaridad 

Javier Gomá Lanzón

Cuando en 2009 entregué el manuscrito de Ejemplaridad pública, los encargados de mercadotecnia del grupo editorial objetaron el título y me propusieron un cambio. Otros entendimientos más fértiles han logrado alumbrar un gran caudal de ideas, mientras que el mío, estéril y seco, sólo ha dado una, a la que he dedicado mi vida con devoción filosófica: la ejemplaridad, hilo conductor de mis tres primeros libros. El título, que respondía a un plan trazado desde antiguo, era innegociable y no se cambió. Aludo a los reparos editoriales para mostrar hasta qué punto en 2009 el concepto de ejemplaridad, a juicio de quienes saben, no estaba en el clima cultural del país. Tras publicarse, el libro conoció tres ediciones en pocos meses, lo que podría interpretarse como un éxito siempre que no se olvide la marginalidad del ensayo filosófico dentro del género ensayístico, el cual a su vez es minoritario comparado con la ficción. Con todo, se observó desde el principio que el concepto de ejemplaridad se iba introduciendo en ese clima en el que pocos conceptos caben y además por vía transversal, sin adscripciones ideológicas. En dos años se convirtió en moneda de curso corriente y, en un momento culminante de esta historia, recibió sanción regia cuando el Rey lo usó reiteradas veces en su discurso navideño de 2011. Entonces muchos medios de comunicación me interrogaron sobre las razones del éxito popular del concepto. Desestimando desde el primer minuto la hipótesis de que se debiera a la lectura de mi libro, circunscrito al exótico círculo de frecuentadores del ensayo filosófico, mi diagnóstico se orientó hacia la identificación de dos demandas sociales que los otros conceptos disponibles no satisfacían o no lo hacían suficientemente.

El Estado democrático moderno se ha asentado, entre otros, en dos principios. Primero, el respeto a la ley es condición suficiente para el establecimiento de una sociedad justa; en otras palabras, cumple la ley y haz lo que quieras. Segundo, la vida privada es parcela confiada exclusivamente al arbitrio del yo, quien no responde ante nadie mientras no perjudique a tercero. Normalmente los conceptos producidos por los intelectuales, enunciados en el cielo del pensamiento, progresan más rápido que la historia, frenada por resistencias materiales. En este caso aconteció al revés: las transformaciones sociales reclamaban unos conceptos que explicaran lo que estaba sucediendo y que el manadero intelectual no suministraba.

Y lo que estaba sucediendo era que determinados comportamientos de figuras notorias en España estaban siendo censurados por la sociedad incluso cuando formalmente se ajustaban a la ley. Había un duro reproche a conductas de personas que no eran procesadas o que, siéndolo, recibían luego la absolución del tribunal. Aunque no sancionables en Derecho, repugnaban a la percepción mayoritaria de lo decente y lo honesto. Se necesitaba una palabra que explicara ese plus extra-jurídico de exigencia moral a dichas figuras. En una sociedad justa —esta sería la conclusión— cumplir la ley es condición necesaria pero no suficiente.
Y respecto al segundo de los principios, la vida privada conforma uno de los derechos civiles más importantes conquistados por la modernidad, uno de los mayores regalos que el hombre se ha concedido a sí mismo. En virtud de ese derecho, la democracia reconoce a cada ciudadano, cuando alcanza la mayoría de edad, la prerrogativa de elegir el estilo de vida que prefiera sin interferencias ni tutelas públicas. Esto es y debe ser así, siempre que se distinga entre una concepción jurídica (la anterior) y otra ética de la vida privada. Desde una perspectiva ética, existe desde luego la intimidad, pero no estrictamente vida privada, si por tal se entiende un ámbito exento de influencia de ejemplos. Nuestra vida privada ofrece siempre el cuerpo de un ejemplo positivo o negativo para nuestro círculo de influencia y en este sentido inevitablemente produce un perjuicio a tercero (o beneficio), no un daño jurídicamente perseguible pero sí un daño moral (o un bien). La conciencia de este hecho hace nacer el siguiente imperativo de ejemplaridad: “Que tu ejemplo produzca en los demás una influencia civilizadora”.

El concepto de ejemplaridad satisface adecuadamente la doble demanda, de ahí su amplia recepción social. Por un lado, ejemplaridad sugiere ese plus de responsabilidad moral extra-jurídica, exigible a todos pero en especial a quienes se desempeñan en cargos financiados por el presupuesto público. Por otro, la ejemplaridad no admite una parcelación en la biografía entre los planos de lo privado o lo público —artificio válido en Derecho, no en la realidad— porque denota aquello que Cicerón denominó “uniformidad de vida”, una rectitud genérica que involucra todas las esferas de la personalidad. “Ejemplar” es un concepto que responde a la pregunta de cómo es, en general, alguien, y si parece o no digno de confianza. Cuando el Rey pronunció su célebre discurso navideño, quedó preso del concepto que escogió. Y cuando se aireó su safari en Botsuana, sintió sobre sí todo el peso de su elección. Porque su viaje de recreo no comportaba ninguna conducta ilícita y por añadidura pertenecía a la esfera privada y, sin embargo… el reproche social arreció tanto que hubo de pedir públicas disculpas.

Un concepto útil, pues, pero he de confesar que algo engorroso. Tras lanzarlo al aire, se ha vuelto también sobre mí como un bumerán. Apenas puedo hacer algo que se salga un poco de lo correcto —un comentario rijoso después de un gin-tonic, responder al móvil mientras conduzco— que no haya quien con mirada de pícara condescendencia me endilgue un “ay, ay, ay, la ejemplaridad pública”. Me está desacreditando delante de mis hijos, que constantemente me señalan la diferencia entre mi doctrina y mi ejemplo, y como algún día me pillen en algo feo seré el hazmerreír general. Por eso, me he decidido a cambiar drásticamente de rumbo y elegir un nuevo tema para mi próximo libro: Libertinajes sadomasoquistas. Una apología. Con ello confío en ganar un poco de margen y rebajar la insoportable presión.

Ejemplaridad pública, de Javier Gomá Lanzón, está publicado en Taurus.

Tomado de El País



17.2.12

Los gatos de Joyce

iOh sorpresa venir a dar con esta información en la prensa ecuatoriana!

"La imprenta Ithys Press publicó el cuento 'Los Gatos de Copenhague' del reconocido autor irlandés".

"La Fundación James Joyce de Zúrich, propietaria del cuento inédito del escritor irlandés, ha recibido "con sorpresa y decepción" la publicación sin su aprobación de este texto por parte de una pequeña editorial irlandesa. ..."

Hace unos años a mi amigo Fritz Senn, director de esta institución, y, quizá, el mayor especialista en el orbe en la obra joyceana, regalé para el fondo de la biblioteca la edición ecuatoriana publicada por Libresa de "El gato y el diablo". No sé si los editores ecuatorianos procedieron como sus colegas de Ithys Press. Puede que ello no importe demasiado al estar publicado en español, en cuyo mercado las reglas funcionan de otra forma (por cierto, hace unos meses, por dos francos suizos, pude hacerme con la aplicación de la versión digital en español de Ulises -el texto está completo pero no están registrados los datos del traductor, el año de la versión y demás datos que el lector agradece en todo tipo de publicación).

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The cats of Copenhagen
La versión de The Guardian sobre este asunto

12.2.12

Hans Ulrich Obrist

En el mundo del arte, del más global, es él una figura referencial, una de las más destacadas entre los curadores de arte contemporáneo, esa profesión de límites inciertos y, como sucede con la de los poetas, bastante difícil de definir y, peor aún profundizar en su espectro.
En el entorno que vive, no por casualidad, su nombre suena a menudo. Hoy más que antes. Y ello es bueno pues, como los antiguos viajeros que se alejaban a tierras desconocidas para aparecer luego de meses, barbados, cansados y en sus mulas, sacos llenos de novedades, él, y con él, siempre la estela de la novedad, aparecerá a menudo en la prensa zuriquesa. El 2012, al menos entre los lectores de Das Magazin, la revista semanal del Tageanzeiger, publicará semanalmente textos suyos relacionados con lo que a él le mueve, las cosas de la vida expresadas de la manera menos esperada, las palabras seleccionadas de personajes insospechables con los que ha tenido el privilegio de tratar o admirar sus trabajos.
He aquí el enlace a esos textos variados y ricos: Das Magazin

Un abrazo ecuatoriano-mexicano

Por mero equilibrio es necesario contraponer pesos – para no dar un mal paso. Las relaciones diplomáticas de Ecuador y México están rotas de...