3.11.06

Whitman de Francisco Alexander

El sábado 21 de octubre no llegó al quiosco de mi barrio, donde lo tengo reservado, El País de ese día —que es el que trae Babelia, el suplemento de libros. No suele pasar ello por lo general, pero esta vez sucedió. Me perdí la prensa española de aquel día, y la habría olvidado del todo si no fuera por un comentario sobre tradución que leo días después en el mismo diario, en el que se alude a un artículo publicado ese sábado 21.

Lo acabo de revisar en la versión electrónica, se titula El primer poeta norteamericano y está firmado por L.A. DE V., es decir, Luis Antonio de Villena, él, también y más que todo, poeta.

“Una rareza jubilosa”

Sucede que Visor, la casa editora de poesía, acaba de sacar al mercado, en edición bilingüe, Hojas de Hierba, de Walt Whitman, un tomo de 1.136 páginas con los 389 poemas escritos por el bardo americano y traslados a lengua española por el ecuatoriano Francisco Alexander (1910-1988). Es la única versión completa en nuestra lengua y es esta la segunda vez que se la edita; la primera se lo hizo en 1953 — se la reimprimió en 1956—, en los talleres de la Casa de la Cultura Ecuatoriana de Quito.

No tengo a mano el tomo de Visor, pero por lo que De Villena destaca, la edición está bien documentada, trae un estudio introductorio, una bibliografía actualizada y reproduce el prólogo que el quiteño escribiera para la versión principe. Tengo a mano la selección de poemas de Whitman traducidos por Jorge Luis Borges -con ilustraciones de Antonio Berni; en un tramo del prólogo firmado en en 1969, anota lo siguiente “..., no me atreveré a declarar que mi traducción aventaje a las otras. No las he descuidado, por lo demás; he consultado con provecho la de Francisco Alexander (Quito, 1956) que sigue pareciéndome la mejor, aunque suele incurrir en execesos de literalidad, que podemos atribuir a la reverencia o tal vez a un abuso del diccionario inglés-español”.

Una rareza triste

Debió haber sido en el 90. El recorte de periódico me lo dio Jairo Valbuena —él lo había encontrado en la sección de clasificados de El Comercio. No hacía falta llamar por teléfono para confirmar la visita, sencillamente había que pasar por allí entre las diez y las doce del día. La dirección me quedaba cerca, a un salto de la Universidad Central de Quito, frente al Hospital del seguro social, a pocas cuadras de mi facultad.

Timbré: era el apartameto de la segunda planta. Me abrió una señora de unos cuarenta años de edad cuyos rasgos he olvidado por completo. Le mostré el recorte y me hizo pasar al vestíbulo; mientras yo buscaba en el piso un sitio para depositar mi maleta de cuadernos la señora me instruyó grosso modo sobre precios y contenidos (era yo todo ojos, apenas podía creermelo y peor imaginado al dueño de esa hermosa biblioteca con tan exasperante variedad de títulos en ingles y español sólo comparable a las numerosas parituras que asomaban por doquier): salvo los de pasta dura, los folletos, cuadrenillos y algún otro ejemplar que dejase suponer su naturaleza especiales, tenían todos el mismo precio. No recuerdo a cuantos sucres de entonces ascendía ese monto pero supongo que al equivalente actual daría como unos tres o cuatro dólares (probablemente una equivalencia más cercana sería esta: dos libros = un almuerzo); las partituras valían un poco más pero no me interesaban. Salí esa vez apenas con tres libros pues no tenía más dinero. Uno de los títulos fue “Dios trajo la sombra”, dedicado por su autor, Jorge Enrique Adoum, con admiración al maestro Francisco Alexander.

Volví dos veces más por esa vivienda. Las dos en compañía de Paco Benavides que adquirió, con gran sorpresa, entre los títulos que recuerdo, los Cantos y The imaginary letters de Pound, el Ulises de Joyce en "pastas azules", y una abultada lista de títulos en los dos idiomas. No fue grato constatar como se iba vaciando esa biblioteca.

Una velada jubilosa

Esa noche, la del 13 de octubre de 2004, eramos los únicos clientes en el Palomar del Café Gijón de Madrid. Bebíamos martinis, contando y comentando, alegres y felices puesto que estabamos de festejo: veníamos de la Casa de América donde una hora antes entregarón a Edwin Madrid el Premio de esa institución por su libro Mordiendo el frío. Ana María Rodríguez, la presidenta del premio, Luis García Montero, jurado, Jesus García —o Chus Visor, que es como se lo conoce—, el editor, Almudena Grandes, Aleyda Quevedo, Edwin Madrid y yo (que fui quien tomó la foto).

Habría sido difícil no detenernos a conversar esa noche sobre Francisco Alexander. Chus Visor era todo oídos y todo preguntas mientras nuestras elucubraciones remontaban hipótesis sobre el traductor y sus versiones españolas de autores de lengua inglesa, o de literaruras remotas que desenvocaron en el inglés y luego Alexander, por mero gusto, transportara al español. Es el caso de Tu bata flotante de seda roja y oro (50 poemas asiáticos de amor) que Edwin recuperara en 2002 en Ediciones de la Línea Imaginaria.

Pero el tema central de esa noche fue Hojas de Hierba. Sobre la mesa reposaba en ese momento un ejemplar publicado en 1953 que los amigos españoles jamás habían visto y empezaron a admirar de inmediato. Me alegra mucho enterarme que en esa noche de octubre, en la que comentamos con énfasis sobre el extraño destino que corren algunos libros, haya quiza provocado el renacimiento de ese que Alexander elaborara con amor y paciencia a lo largo de muchos años y al que hasta ahora han tenido acceso sólo unos pocos lectores.

10 comentarios:

Anónimo dijo...

Gracias por este magnifico texto Victor!!!!

Y por cierto, en una reciente visita a Quito me dijeron que la CCE piensa publicar una coleccion dedicada a los traductores ecuatorianos... entre ellos Alexander (por supuesto). Es un rumor pero da esperanza, sobre todo en la suave patria donde ese ejercicio de descubrimiento que es la traduccion literaria tiene un espacio tan reducido.

Disculpa por los acentos, el teclado francés que utilizo es rebelde

David Jarrin

Victor dijo...

Estimadao David,
Me alegra saber (a pesar de que sea un rumor) que la CCE tiene entre sus proyectos la recuperación de obras provenientes de otras lenguas traducidas al español por ecuatorianos.
Sí, don Francisco Alexander ocupará en esos planes un sitio importante (falta recuperar aún su traducción de Archibald MacLeish, Conquistador). Y también lo serán los trabajos de Aurelio Espionosa Polit cuya traducción de la Eneida, publicada por Cátedra de España hace quiza siete años, es, según sus editores, excepcional (me resulta inapropiado utilizar el adjetivo mejor en territorio tan incierto como el de la traducción).
Cierto es lo que destacas, el limitado espacio que las instituciones culturales públicas y privadas dedican a la traducción. Para éstas no es de momento una peocupación; sin embargo, si uno mira con algo de detenimiento lo que nuestros curiosos escritores han hecho en ese campo, en diferentes épocas, se descubriran cosas interesantes que valdrá la pena reconocer y destacar. Esperemos a ver que pasa.
Que estés bien David. Van saludos y hasta la próxima

Anónimo dijo...

HOJAS DE HIERBA


Querido Vittorio, el último día de febrero, me llegó la impecable edición de Hojas de hierba que publicó la Colección Visor de Poesía en su Serie Maior. Estoy tan contento de tenerla entre mis manos porque creía que era un libro que tal vez nunca lo volvería a ver. Y, además, porque como mencioné en el pequeño prólogo que escribí para la edición de Tu bata flotante de seda roja y oro (2002): “Algún momento se le tendrá que hacer un justo reconocimiento a Francisco Alexander y a su admirable obra de traductor que ha sido capaz de entregarnos no solo la versión castellana total de Hojas de hierba de Whitman, sino también la ejemplar traducción del Conquistador de Archibald MacLeish, así como estos Cincuenta poemas asiáticos de amor”. Este justo reconocimiento para Alexander, llegó el año pasado que Visor reeditó su versión íntegra de Hojas de hierba. Así que: ¿Qué mejor homenaje puede recibir un traductor que la reedición de sus versiones?
Efectivamente, el libro apareció el año pasado, mas hace unos días, del 6 al 11 de febrero, coincidimos con Chus Visor en Nicaragua, en el III Festival Internacional de Poesía de Granada, y hablamos de las cosas pendientes que tenemos; entonces le recordé su edición de Whitman. Y me dijo: no puede ser que no te haya enviado, pues te la envio apenas regrese a España, así lo ha hecho.
Es una publicación bilingüe de 1136 páginas que como dice L.A. DE V: es la única completa que existe en nuestra lengua, y se editó en Ecuador en 1953 (por la minoritaria Casa de la Cultura Ecuatoriana, Quito), es decir, tuvo una difusión mínima y hace mucho tiempo que está agotada. Es mérito de la editorial Visor publicarla de nuevo (por vez primera entre nosotros) bilingüe además y con la bibliografía renovada.
El ejemplar que tú viste aquella noche del Café Jijón en Madrid, que tan bien la relatas; yo lo llevé como obsequio a Luis García Montero, con tal puntería que Chus se interesó porque hasta entonces no tenía a Whitman en su catálogo. Luego me escribió diciéndome de su interés por publicar, y yo quise animarle contándole la poca o mucha información que tenía al respecto: la mención que hace Borges de Alexander, en su traducción, las traducciones que tiene el ecuatoriano y también las citas de El Canon Occidental de Harold Bloom, con las traducciones del Whitman de Alexander; y el 20 de marzo del 2005, me volvió a escribir diciéndome: “Voy a editar con toda seguridad "Hojas de Hierba", lo único que estoy pensando es si hacerlo bilingüe o sólo en castellano. Tengo dudas por el tamaño del libro. Ya te contaré lo que al final decido”. Así que, esa noche del Café Jijón, el premio que recibió la poesía ecuatoriana fue doble: la edición de mi libro y el sembrado interés por el trabajo de Alexander, que hoy es una maravillosa publicación que honra, no solo a ecuatorianos, sino a la poesía inglesa y española, porque lo que suena bien en la lengua de Whitman también suena bien en la lengua de Cervantes.
Edwin Madrid

Anónimo dijo...

Bueno a ver estoy sin palabras. Tengo 23 años y estoy en cuarto de filología inglesa y yo, ingenuo e inocente como pocos, acepté sin pensar hacer un trabajo sobre Walt Whitman cuando no sabía absolutamente nada de él. Resulta que unos días después y tras verme abrumado por la cantidad de información disponible sobre él caigo en una página, ésta, en la que hasta Luis García Montero y Almudena Grandes (como español medio que soy son los dos que conozco de cuantos estaban allí) alucinan por tener su obra entre manos.
Por partes y abusando de confianza, ¿qué es lo principal que debo contar sobre Whitman? Sólo dispongo de una hora para la presentación y es tanto lo que estoy aprendiendo que no sé, me desborda.
Por otro lado, escribo "poesía" y ciertamente muchas veces me veo limitado por mi falta de experiencias y de conocimientos de la lengua. ¿Quiénes son los imprescindibles? Porque yo jamás había oido hablar de Whitman y resulta que es...como Lorca. Pueden gustarme o no, hacerles caso o no, pero me veo en la obligación de leer para saber y parece que aquí puedo aprender mucho.
Mil gracias.
Angel, Valladolid

Victor dijo...

Ángel, muchas gracias por asomarte a esta ventana.
No sabría decirte cuáles son los aspectos de la obra de Whitman que valdrá la pena resaltar en tu presentación. Expontáneamente me vienen aspectos como el de la unicidad deliberada de su obra, concebida desde un inicio como un extenso poema; otro aspecto que me parece llamativo, pues mucho dice a lo que vendrá después: es él el primer poeta moderno sin estudios clásicos; a diferencia de Rimbau, Baudellaire y de compatriotas suyos posteriores como Pound y Eliot, Whitman desconocía el latín y el griego; es él un poeta que apenas tiene nada que ver con la academia y la tradición culterana. Hay muchos aspectos más en la obra de Whitman, pero, a vuela pluma, te he anotado los que me han salido al paso.
Van saludos

Anónimo dijo...

Muchas gracias Víctor.
De verdad que da gusto encontrar sitios así donde el único interés es la cultura sin mirar cómo,cuándo ni por qué. Lo cierto es que tengo hasta finales de mayo para preparar el trabajo así que tendré tiempo de estudiar tus sugerencias a fondo. Ambos aspectos los tenía en mente pero por ejemplo no había pensado en compararlo con otros escritores bien formados sino simplemente resaltar su falta de estudios. He de decirte que cuando le comenté a mi profesor que había encontrado esta página la apuntó y días después me hizo un comentario muy positivo de la misma por lo que debo felicitarte, no es fácil agradarlo, créeme.
Una vez más gracias y seguiré "asomándome" pese al vértigo.

Victor dijo...

Estimado Ángel, me alegra saber que puede serte de utilidad alguna de las referencias aquí vertidas.
Que estés bien y la escritura de tu trabajo marche viento en popa.
Hasta pronto. Van saludos cordiales

Cuadros dijo...

Hola Victor, me llena de profunda emoción leer a cerca de la traducción de Whitman por Alexander, resulta que soy un eamorado total de la poesía de Walt, lo empecé a leer con la traducción de León Felipe, más tarde y ya enamorado de sus versos busqué en internet algunos de sus poemas en Inglés como "Canto a mí mismo", vi que la traducción era un poco arbitraria y así fue como encontré a la traducción de Borges, mucho más bella y respetuosa, no obstante seguí escudriñado en viejas librerías y encontré la traducción completa de Hojas de Hierba por Fracnisco Alexander, pero no de la asa editorial qeu tu mencionas, Visor, sino de la editorial Novaro de México (1964), Traducción que me logró emocionar más de lo que te pueda contar, ahora me doy cuenta que al edición original es de Visor, y más aún que existe una nueva edición, me encantaría tenerla en mis manos, además Bilingüe. voy a empezar a buscar el libro en las librerías de mi ciudad (Medellín- Colombia) pero si tal vez, me pudieras ayudar a encontrar el libro quedaría agradecido eternamente.
Gracias por escribir.
Éxitos desde Colombia César Augusto Cuadros.

Anónimo dijo...

Mensaje desde C.R.
a: VÍCTOR VALLEJO, Suiza: Navegando al azar por la interred encontré 'Ojo Latino', y sus datos. Yo también nací en Riobamba pero, por trifulcas políticas, he vivido medio siglo fuera del Ecuador. Resido en Costa Rica. Pertenecí al Club 7 de Poesía (Guayaquil, 1951-1962, con David Ledesma Vázquez [1934-1961], Gastón Hidalgo Ortega [1929-1973], Carlos Benavides Vega [1931-1999], Ileana Espinel Cedeño [1934-2001]. Ahora, con su permiso, me agrego: Sergio Román Armendáriz [1934]. / Juntos editamos: el libro homónimo 'Club 7', 1954, y 'Triángulo', 1960.) /// Sobrevivo y, además, sigo activo con www.sergioroman.com
hasta que el Logos decida. Incluso, acabo de publicar en marzo, gracias a la Casa de la Cultura de nuestra provincia, Chimborazo, mi 'Riobamba, arte poética', marzo 2012. Me gustaría obsequiarle un ejemplar, por correo, si me facilitase por favor su dirección postal. Felicitaciones por su trabajo. Saludos, SR, ediciones.sergioromantico@gmail.com
P.S.- Lo de 'román-tico' corresponde a mi apellido más el apelativo 'tico' con el que son conocidos los individuos oriundos de este país centroamericano, una manera de agradecer su hospitalidad. / Apartado 808-2050, San José, Costa Rica, C.A.
Atte., sr

Byron dijo...

Increíbles anécdotas, Yo me enteré de Whitman por Facundo Cabral y buscando en la Web algunas de sus traducciones me llamó mucho la atención la traducción de Francisco Alexander, pero no había ninguna obra con sus traducciones ni en librerías, bibliotecas, ni en los libros usados; en la web encontré una versión física pero en Argentina y no hacían envíos al extranjero. Pasé varios meses simplemente curioseando por ahí en cada librería que entraba hasta que sin querer en una librería española del Centro Comercial CCI tope con una traducción que ni siquiera era de Francisco Alexander, pero ingresé a preguntar por el precio y para leer unos pocos parráfos. Al pedir el libro al encargado me trae otra versión con portada negra de la editorial Visor e increíble mi sorpresa cuando leo el nombre del traductor. Me había topado con la versión que tanto había buscado incluso con los originales en inglès y los distintos prefacios escritos por Whitman en cada edición. La adquirí inmediatamente.

Gracias por las historias y Saludos,

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Hoy desperté y sin dudarlo bajé inmediatamente a mi biblioteca, a buscar mi ejemplar de “La divina comedia”. Antes, en el duermevela inminen...