27.2.16

Mustang




La pasan en la sala 3 del Houdini (pequeña, seis filas apenas). Entré allí como el niño despistado y curioso que quiere ser arrullado por la sorpresa. No sabía nada sobre del film. Me invitaron a verlo mujer e hijo (un halón de expontaneidad aupado por el mal clima). Con ellos discuto a gusto sobre ficciones y algunas realidades, una buena razón para meterme a ciegas en esa salita.

Llevado por el hábito, como quien consulta a las nubes, empecé a barajar las posibilidades que el nombre me sugería: Mustang me remitía sólo al auto americano que lleva ese nombre inspirado en los caballos salvajes que corretean por las praderas del oeste gringo y, también, por correspondencia, en la fascinación de quienes lo conducen­ - en films, carreteras y sobre todo por calles altamente expositivas.



Pero nada que ver con autos o caballos (o pueda, si lo tomamos como metáfora del ímpetu y la necesidad de liberarse y correr): vinieron imágenes de un jolgorio lleno de luz, colores y risas juveniles, algo que en principio nada tiene que ver con prados o Francia, de donde, ví entonces, venía gran parte de la financiación del film y, culturalmente, también su directora turco-francesa.  



Deniz Gamze Ergüven(1978) teje sobre cuadros luminosos y apacibles de la campiña turca  la historia de cinco muchachas huérfanas que viven bajo el cuidado de su abuela y su tío. La historia trata de su crecimiento en un entorno donde el ser femenino, determinado por costumbres severas, debe permanecer incólume si quiere alcanzar su realización (para mostrarse primero como humildes postulantes, luego como solicitas posibilidades y, finalmenmte, como esposas dependientes). Suceden varias cosas que alteran ese programa, suceden varias cosas paralelas al programa que enturbian cuanto debería resplandecer como el maravilloso sol que se posa en el jardín y entra a las habitaciones por entre el enrejado.


Una mirada que se muestra fresca, un relato meditado que aleja de sí la posibilidad enervante de una mala lectura. No es la religión, no es el Estado, al malo no hay como señalarlo con el dedo. La desavenencia entre la vida y el orden resignado y mudo engendra dolor, mata la posibilidad que somos. Esta Mustang va más allá de Turquía, sus praderas son la vida misma.
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Una entrevista a la directora (en alemán)




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