20.2.09

Que tan lejos II

Ayer por la noche, para dirigirme a la casa de un amigo mexicano que ofreció una fiesta por su cumpleaños, debí caminar por una ruta que está en el centro de la pequeña Zúrich pero no en la que habitualmente sigo por mis días. Desembarqué del tren que me trae a Zúrich desde Horgen en la estación de Wiedikon y tomé la salida norte, por la que hay que caminar un buen trecho hasta conectar con la vía de buses; estaba de buen ánimo, con grata soledad a mi alrededor y silenciosa nieve que apenas registraba el paso de mis pasos, iba escuchando en mis audífonos, por segunda vez, un Podcast en el que habla un teórico y curador de arte contemporáneo cuyos trabajos y desplazamientos sigo con la atención que me es posible brindarle. Cuauhtemoc Medina es su nombre y, por lo que tengo entendido, en el entorno de lengua castellana y en el continente americano, sus conocimientos y sus reflexiones sobre este campo son de alguna manera pioneros y, a quien lo dude, puede comprobarlo al repasar parte de su actividad o, al vuelo, al escuchar sus palabras en el registro auditivo de marras – que está a disposición en la página web de Letras libres y forma parte de la edición de febrero dedicada en gran parte a la percepción del arte contemporáneo en América del sur. Hay en este fascículo materiales variados y muy ricos que abordan a este ogro de terciopelo y mil formas llamado arte contemporáneo a los que vale la pena echarles más que un ojo.

Mientras esperaba al bus 31 que debía tomar para recorrer las dos paradas que aún me aguardaban, debí apagar el podcats para repasar con sorpresa los carteles publicitarios del Cine que está a la vera de esa parada de buses, el Uto, probablemente el más antiguo de la ciudad y el que, como si se tratará de un eslabón final, muestra las sesiones últimas de los films que han sido ya exhibidos antes en las salas convencionales de la ciudad. Las paredes y las ventanas de promoción del cine publicitan en gran formato afiches de "Qué tan lejos", el film ecuatoriano que iniciara su exhibición el pasado noviembre y se ha mantenido en cartelera por más de tres meses.

En casa del amigo mexicano me encontré con conocidos y amigos que veo con cierta regularidad pero también con algunos que volvía a ver pasados algunos años; entre trago y conversa, risotadas y coqueteo, conocí a personas simpáticas, suizos y latinos del centro y sur del continente. Cuatro de ellos, al enterarse de mi procedencia, no dudaron en referirme inmediatamente su experiencia con la película de Tania Hermida. Un español sorprendido por la diversidad que el Ecuador muestra en la cinta, inimaginable para él hasta antes de ver el film; un suizo, agradecido por la historia y sorprendido por el paisaje que la cinta permite ver me cuenta que ha organizado sus próximas vacaciones para pasarlas en el Ecuador pues la cinta, si bien es ficción, da cuenta metafóricamente de algo que existe en la realidad.

Al despedirme de la fiesta y rehacer el camino de vuelta a casa pude repasar mis conversaciones y el salto dado por mis pensamientos y mis palabras, entre el arte contemporáneo, México, las palabras de Medina y los comentarios que venía de escuchar y atizar sobre el film ecuatoriano. Hoy he intentado compartirlos y sobre todo, puesto que por allí va el tema, acercarles otras palabras al repecto, tan elocuentes como equilibradas, que las escribiera Fernando Iwasaki en noviembre de 2006 y, si no me las hubiese alcanzado él mismo hace un par de semanas, las habría pasado por alto. Cito un fragmento del texto publicado en ABC de España donde el novelista peruano nos refiere su experiencia con el film: 
 
" ... en unos multicines de Quito he descubierto una película maravillosa, tanto por su guión como por su impecable factura. Me refiero a «Qué tan lejos» de la cineasta ecuatoriana Tania Hermida (1968). Hace años que no veía una película tan original y divertida, que no renuncia a ser crítica y debeladora.

«Qué tan lejos» no deja títere con cabeza, pues con humor e inteligencia Tania Hermida ridiculiza el machismo latino, la historia nacional, las tradiciones culturales, el populismo político y sobre todo las relaciones con España en puntos tan sensibles como la inmigración, el choque cultural y la herencia colonial. ¿Y cómo lo consigue? A través del encuentro casual de dos chicas: una universitaria ecuatoriana progre que quiere impedir la boda de su novio pijo y una progre mochilera catalana (hija de emigrantes andaluces) a quien todo le parece «guay» y todo el tiempo «flipa» porque Ecuador se le antoja un país «demasiado». ..."

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