En el entorno que habito, según el rito calendario, la primavera inició oficialmente este día: vuelve entonces el despertar de la naturaleza luego de su sueño invernal de noches largas y días achicados y cenizos. El invierno calendario quedado atrás ha sido esta vez benigno: nada de temperaturas bajo cero prolongadas o espantosas tormentas, sólo desgracias pocas, manejables en todo caso. Tuvimos un sol prolongado en febrero y a inicios del mes; ayer mismo se dejó sentir algún rato, pero claro, sin el esplendor de los otros días o ese que muestra con regularidad en las montañas helvéticas. Hoy sin embargo, por la mañana, tuve una sorpresa al despertar y mirar por la ventana: el paisaje estaba blanco, como las hojas de los poetas que no encuentran las palabras para lo que les transcurre y quieren describirlo: blancos los techos, las calles y las copas de los árboles; pues sí, por la madrugada había nevado, como para que la primavera entrase con pies blancos y delicados en la nueva fase lunar.
Con este cambio de estación coincide el feriado de Semana Santa. Acá empezó hace unas horas —trabajamos hasta las cuatro. Mucha gente, los que aún no se fueron por la mañana, saldran de viaje para el sur mañana temprano, en auto, tren o avión. Nosotros nos quedamos en casa, se supone, para poner en orden las cosas pendientes y pastar el tiempo querido con lo que mejor nos gusta hacer a cada uno. No me faltan lecturas postergadas ni deseadas; tampoco ganas de conversar con mis amigos, escribir correos y borronear textos. Sin embargo, estos planes generales con territorios no delimitados han debido esfumarse, de un rato a otro, a consecuencia de la lectura de un artículo de periódico leído por la tarde. No se trata de un escrito recriminatorio, alarmista o cosa por el estilo: sí de una sugerencia gentil, que es también una mini-guía y que, en lo que a mi concierne, me llega en el momento oportuno. Lo firma Rafael Argullol y lo publica El País de España en la edición de este día. Se titula “Un viaje de Semana Santa” y tiene que ver con Dante Alighieri.
Inicia así:
Entre las múltiples propuestas viajeras que se ofrecen por Semana Santa, tan exóticas muchas que parecen agotar toda posibilidad de la imaginación, hay una que nunca se plantea pese a ser la más prodigiosa y económica. Es un viaje que dura tres días -rememoración de otro viaje que también duró tres días- con la particularidad de que no hace falta salir de casa ni sufrir las aglomeraciones tan inevitables en ese periodo. Se lo cuento porque un año yo realicé este viaje del que volví muy satisfecho, lo cual quizá anime a alguno.
Se trata de imitar a Dante, de la única forma en que es posible imitarlo: leyéndolo. ...
La lectura de este escrito me recordó una entrevista que diera Carlos Fuentes hace cosa de cinco años en la que el autor mexicano, hablando de eso que quienes leen literatura suelen ignorar con mucha solvencia, hacía cuenta de los libros imprescindibles que aún no había leído. Uno de ellos, el más importante de esa lista, era La Divina Commedia de Dante Alighieri (imagino con gusto que lo habrá leído finalmente pues, según recuerdo, comentaba en esa entrevista que quería hacer esa lectura, a como de lugar, y en todo caso antes de que se agotase su tiempo terrenal).
(Dante pintado por Sandro Botticelli)
Yo tampoco he leído ese libro. Lo he intentado varias veces, de frente y de costado, transversalmente, de la mano de autores que me son caros y dan cuenta a su manera de ese viaje por el Inferno, el Purgatorio y el Paradiso. Recuerdo haber descendido con Virgilio y Dante hasta el quinto círculo del Inferno y luego, insensiblemente, por alguna razón por mi desconocida, vuelto a la superficie y quedado allí, sin peso de conciencia, en compañía de otras gracias y tormentos cuyo trato sentí entonces más acogedores.
He pescado el artículo de Rafel Argullol en el momento oportuno. Como él nos lo cuenta, por recomendación del mismo Dante, el tiempo ideal para acometer la lectura de ese libro es en este tiempo: durante tres días seguidos, a poder ser Viernes Santo, Sábado Santo y Domingo de Resurrección.
Por si alguien más se anima, vale la pena revisar la guía mínima que nos hace el escritor catalán para este feriado.
__________
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Ver cine ecuatoriano
Diario El Universo nos recuerda que el 7 de agosto celebramos el día del cine ecuatoriano. La razón: han trancurrido cien años desde que un ...
-
Doy por sentado que los lectores que leyeron el post anterior se habran tomado su tiempo para volver a los libros de Javier Vásconez o, de n...
-
El sábado 21 de octubre no llegó al quiosco de mi barrio, donde lo tengo reservado, El País de ese día —que es el que trae Babelia, el suple...
-
Tenía 21 años cuando murió. De muerte nada natural. Su cuerpo sin vida lo encontró la policía días después de su fallecimiento. Era abril, u...
1 comentario:
Foi assim que o leste?
Durante três días seguidos, a poder ser Viernes Santo, Sábado Santo y Domingo de Resurrección?
Sexta Feira Santa, Sábado Santo e Domingo de Ressurreição?
Publicar un comentario