28.5.06

Baudelaire de Campaña

Babelia del sábado 27 de mayo está dedicado a la Feria del Libro de Madrid. Ciencias y letras son los hilos conductores de este evento en su 65ª- edición. Numerosos los libros científicos que destaca este suplemento. Numerosos también los de letras, por ello quizá reseñados apretadamente. Entre estos se suguiere uno que me gustaría leer. Puesto que el comentario no consta en la edición electrónica, lo copio a continuación.

Baudelaire
Juego sin triunfos
Mario Campaña 2006, Ed. Debate, 384 p.

Una biografía general que quiere evitar la hagiografía, la leyenda y el anecdotario. Así describe el poeta ecuatotiano Mario Campaña su libro sobre Baudelaire. Así lo describe y así es. Y además de ser una buena biografía del inventor de la poesía moderna, es decir, urbana, irónica, descreida, pegada a la vida y al margen del Dios, de la historia y de la naturaleza —este libro es un buen retrato de la primera mitad del siglo XIX, una época que nos ha hecho como somos.
Campaña se suma así a la cofradía de baudelarianos en lengua española, que no son pocos: ahí están, entre los vivos, Félix de Azúa —autor de un ensayo ya clásico—, Antonio Martínez Sarrión y José María Álvarez —traductores de sus poemas— o Pere Rovira —reciente traductor de la biografía que del poeta escribió su amigo Asselineau—.


No dice más la nota ni viene nombre alguno a su pie. La diagramación de la página, sin embargo, hace suponer que fue redactada por Miguel Á. Villena.

Por otra parte, en la prensa electrónica, al menos tres periódicos de Latinoamérica comentan este libro. La República de Lima, Mercurio de Chile y, el argentino Pagina 12, que el domingo 28 de mayo, en su sección libros, títula así:

El otro Baudelair

En una nueva biografía sobre Baudelaire, el traductor y poeta Mario Campaña trató de desarticular todos los tópicos que han etiquetado al enfant terrible de la poesía francesa. Que se jactaba de haber devorado los sesos de un chico y de descuartizar a su padre. O que tenía especial predilección por las prostitutas monstruosas, el opio y el ajenjo. Para Campaña, todo eso engrandece su leyenda de poeta maldito pero poco dice del hombre que sentó las bases de la poesía moderna desplazando al romanticismo francés. Tal vez por eso, el poeta y traductor Mario Campaña reconstruye en su biografía Juego sin triunfos la figura del poeta sin caer en el anecdotario ni en la leyenda negra. El autor mete mano en documentos que otros biógrafos no pudieron consultar, como su correspondencia privada, los manuscritos personales y la póstuma e inconclusa obra Pobre Bélgica. Y quiso concentrarse además en las posturas que tuvo Baudelaire con respecto a las tensiones entre el arte y el mercado. “Baudelaire creía que su literatura no iba a triunfar e hizo de su independencia una bandera”, añade Campaña. De hecho, el poeta disparó sus dardos contra “la literatura pedagógica de Victor Hugo”. “Baudelaire defendió con ímpetu la soberanía del arte frente al avance del mercado y en esa guerra su único aliado fue Poulet-Malassis, su editor de Las flores del mal”, concluyó el autor de la biografía.

Elocuente estas notas breves; pero también incompletas. Habrá que hacer una lectura detenida de esta biografía y comentarla in extenso; ello, sin olvidar la personalidad de su autor, Mario Campaña, que ya en 2004 publicara en la editorial española Bassarai, su traducción de las hasta entonces inéditas en nuestro idioma, Cartas de Charles Baudelaire.

15.5.06

Porchia y Aira

Hace un par de semanas, a propósito de un comentario de prensa, volví a repasar los pensamientos concisos de un escritor admirado a cuya obra, desde hace años ya, he vuelto con interminetencias, Antonio Porchia.

Como suele suceder con las reflexiones, con las constataciones concentradas en esplendor calmo, breves siempre y siempre sin prisa, no se dejan leer con facilidad cuando aparecen juntas en un libro. No al menos con esa que confunde concisión con ligereza. Estas proclamas autónomas frenan la susceción de la lectura, exigen a cambio, y continuamente, la interrupción, el salto hacia una página anterior, a una de otro libro, la equiparación con enunciados presentidos. O la suspensión del repaso hasta otro momento pues demandan ser caminadas.

Así es como he venido leyendo a Antonio Porchia en las diferentes publicaciones que me he procurado hasta ahora; fueron primero sus “Voces” (Alianza); despues “Voces nuevas”, y finalmente, hace un año, sus “Voces completas” —que incluyen “Voces diseminadas” y unas “Voces inéditas”. Porchia es lo que se llama un escritor tardío. Por otras razones, también atípico.

Hasta hace unas semanas era imposible encontrar en español una edición que juntara estos materiales completos. Por Babelia, me entero que Pre-textos acaba de sacar una al mercado. Hasta hace un año, estas existían sólo en una edición bilingüe hecha en Alemania, “Voces completas / Gesammelte Stimmen” (2005), de Tropen-Verlag, Berlín. Una hermosa edición que cierra con un ensayo de Laura Cerrato, un epílogo de sus editores y traductores, Juana y Tobías Burghardt, más un poema de Roberto Juarroz.

En el otoño de 2005, siguiendo la vena a un empeño, Alejandra Pizarnik (1936-1972), dí con una biografía y selección poética de la autora argentina hecha por César Aira (Ediciones Omega, serie Vidas literarias, Barcelona, 2001). Un librito de los más interesante en el que, indagando en las influencias que determinaron el estilo de esta poeta, consta esta parrafada imposible de obviar:

... (A Pizarnik le fue revelado su propio estilo en la obra de) Antonio Porchia. Conoció su obra en 1955 y casi de inmediato al poeta. Ya en 1956 escribió un artículo sobre él. Porchia era un viejo obrero jubilado (había nacido en 1886, murió en 1968), vivía muy alejado del mundo literario, y nadie se lo tomaba muy en serio, situación que ha persistido. Escribía lo que llamaba “Voces”; tal es el título de su único libro, ampliado en sucesivas ediciones hasta su muerte. Son algo así como aforismos (Pizarnik era muy estricta en llamarlos “poemas”) de aspecto sapiencial, lo que hizo su modesta popularidad entre un público no literario, y su correspondiente descrédito entre lectores más sofisticados. En realidad, las “Voces” no tienen nada de sapiencial sino que son pequeños mecanismos de lógica perversa. La mayoría se anula a sí mismo en un rizo lingüístico de intensa extrañeza. Como típica venganza argentina al descrédito local, las “Voces” de Porchia habían sido descubiertas por Roger Caillois en su paso por la Argentina en los años cuarenta, habían sido traducidas al francés, y André Breton terminó diciendo que era la mejor poesía de la que tenía conocimiento en lengua castellana”.

El discurso de Aira muestra en la suseción del texto la influencia de Porchia en Pizarnik y, como no, en Roberto Juarroz (todos sus libros se llaman Poesía Vertical, y van acompañados de un número — son catorce). Esto constituye sin embargo otra historia.

Cuando leí la categorización que hace Aira de las “Voces” de Porchia, pensé en la que yo he hecho a lo largo de los años, encantada y apenas provista para pinchar el bisturí en esas perfecciones concretas; sin duda soy parte de ese público que le brindó al autor “la modesta popularidad”; sin duda, poco he hecho para buscar razones que explicaran el entusiasmo que me movió a su lectura ¿cómo serán las razones que alejan a los lectores sofisticados de esta obra?. La intepretación que Aira hace de las “Voces”, al medir sus partes y desmontar el mecanismo que las mueve es una que no deja de llamar mi atención. No descarta su importancia. Hay un texto que Borges dedicó a las “Voces” de Porchia que alaga leerlo pero nada dice ante la lectura sofisticada de Aira.

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Los libros de A. Porchia
Roberto Juarroz sobre A. Porchia
Laura Cerrato sobre A. Porchia
Jorge Luis Borges sobre A. Porchia

10.5.06

Peter Handke en Pozarevac

Leí en la edición impresa del periódico suizo NZZ (Neue Zürcher Zeitung) del viernes 6 de abril una notita de agencia internacional que aludía a Peter Handke (1942), el prestigioso autor austriaco —admirador reverente de Julio Cortazar.

Dice la nota breve que la obra dramática “El juego de las preguntas o el viaje al país sonoro”(*), que iba a ser representada del 17 de enero al 24 de febrero de 2007, en el Théàtre du Vieux-Colombier (uno de los tres que conforman la Comédie-Française), de París, ha sido retirada del programa. La razón: no le cayó nada bien a Marcel Bozonnet, administrador general del teatro, enterarse, leyendo una nota en el Nouvel Observateur del 6 de abril, que Handke estuvo presente en Pozarevac en el entierro de Slobodan Milosevic, ex presidente de la república Serbia (o dictador, o criminal de guerra, calificativos que suelen también acompañarse a su nombre), el pasado 18 de marzo.

En la edición del sábado del diario español El País viene esta misma noticia, ampliada con los nombres de algunos colegas de Handke que no comparten los temores del administrador del Vieux-Colombier y se solidarizan con el autor ante este acto de “censura a su obra”. Sin embargo ese reporte no deja ver con claridad la posición del escritor austriaco.

Hoy por la mañana he podido leer finalmente la versión fuente de este affaire, publicada en detalle en la edición de Le Monde del jueves 4 de abril (una página entera en la que se aborda este asunto desde tres puntos de vista).

A los hechos referidos arriba, sus antecedentes, los puntos de vista contrastados, se añaden las palabras indiganadas que Elfriede Jelinek, Premio Nobel 2004, dirigiera a este periódico acusando la actitud del señor Bozonnet y solidarizandose con su compatriota, como lo hacen, en una carta reproducida dos páginas atrás en esa misma edición, la señora Anne Weber y cuarenta colegas suyos; y está también lo que aquí me trae, las palabras que Handke pronunciara en el entierro de Milosevic el 18 de marzo pasado, publicadas en la revista alemana Focus el 27 del mes pasado y que el diario español traduce apenas una línea. Dicen:

“No habría querido ser el único escritor aquí, en Pozarevac, habría querido estar a lado de otro escritor, por ejemplo de Harold Pinter. El habría necesitado palabras fuertes; yo requiero palabras débiles. Pero la debilidad, ahora, aquí, será justa. Este es un día para las palabras fuertes pero también para las palabras débiles. (a partir de este punto Handke empieza a hablar en serbo-croata). El mundo, el pretendido mundo dice todo sobre Yugoslavia, sobre Serbia. El mundo, el pretendido mundo dice todo sobre Slobodan Milosevic. El pretendido mundo dice la verdad. Es por ello que el pretendido mundo hoy está ausente, y no solamente ahora, y no solamente aquí. El pretendido mundo no es el mundo. Yo sé que nada sé. No sé la verdad. Pero observo. Entiendo. Siento. Me acuerdo. Pregunto. Es por esto que estoy presente ahora, cerca de la Yugoslavia, de la Serbia de Slobodan Milosevic.”

En su texto publicado en Focus, hace un recuento de las palabras utilizadas por periodistas y políticos al referirse a los serbios y a Milosevic en estos tres lustros, pero especialmente, en el año último. Concluye así:

“ Es (el uso de un) lenguaje semenjante el que mi incitó a pronunciar en Pozarevac este mini-discurso — en primer y en último lugar este lenguaje. (...) No por lealtad a Slobodan Milosevic, sino por lealtad a este otro lenguaje que no es ese de los periodistas, que no es el lenguaje dominante.
(...) El motivo principal de mi viaje fue el de ser testigo. Testigo, no en el sentido de la acusación, ni tampoco en el de la defensa. ¿Es que hoy en día no querer ser el testigo de la acusación significa estar de parte del acusado? “Indudablemente” ¿de conformidad con una de las mejores formulas del lenguaje dominante?”

Quiza valga la pena recordar que la acusación a Handke como pro-serbio inició en 1996, a propósito de la publicación seriada hecha en Süddeutsche Zeitung, de su libro Un viaje de invierno por el Danubio, el Save, el Moravia y el Rina o Justicia para serbia (**). Fue grande entonces la polémica que este libro causara en los círculos intelectuales y mediáticos. El hecho que un artista de la talla de Handke saliese en defensa de los entonces (y también ahora) criminales de guerra serbios causó mucha indignación entre sus lectores, más aún entre sus detractores que terminaron juzgándolo de “terrorista”. Sin embargo, el móbil que empujó al austriaco a meterse en tan complicada situación tenía otras razones, desde luego incómodas para la política, pero necesarias para quienes de verdad quisieran acercarse a una realidad mucho más compleja de la que los lectores apenas podíamos divisar en los reportes de prensa y las imágenes televisivas (bueno, también en los textos de Juan Goytisolo y Susan Sontag).

Hoy no se sabe cómo juzgar la actitud de este escritor cuya obra, como diría la señora Weber “felizmente, no tiene necesidad de defenderse; ella ignora la opinión; ella está allí, rica y calma, vasta y viva”. Por mi parte, identifico en la actitud de este autor una invitación a repensar las cosas de la política con otro lenguaje, a ser mucho más cuidadosos a la hora de enfrentarnos a los hechos duros y difíciles que nos indignan, provocan y sacan de nosotros palabras comprometedoras que luego, a lo mejor, haciendo gala del mejor humanismo, puedan no ser tan humanas en el campo de los hechos.

En una entrevista concedida a Le Monde des Livres la semana pasada, pues acaban de publicarse en francés sus “Carnets”, aborda en un tramo este delicado tema y concluye con estas palabras: “Yo estoy solo; y cuando se está solo, se tiene tendencia a sentirse culpable (esta es la tendencia Kafka) o magnífico. Estos son los dos peligros. Yo no soy culpable ni tampoco un heroe. Soy el tercer hombre”.


* Das Spiel vom Fragen oder Die Reise zum sonoren Land. Frankfurt/M.: Suhrkamp, 1989.
** Eine winterliche Reise zu den Flüssen Donau, Save, Morawa und Drina oder Gerechtigkeit für Serbien. Frankfurt/M.: Suhrkamp, 1996.

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Escribir es un viaje nocturno: entrevista a Peter Handke
Comentario a La perdida de la imagen o por la sierra de Gredos, novela de PH

1.5.06

¿Conocen a un tal Stein?

Me anticipo: yo, no. Y hasta hace una hora ni sabía que ese nombre iba a interesarme.

De visita por el barrio virtual, he dado con un texto firmado por Leopoldo Alas “Clarín” en 1894. Un texto en el que comenta de libros y buenas formas lingüísticas, de nombres y malentendidos "intercontinentales" dados en el ámbito de las letras de esos años. Un acápite del texto lo dedica a la Revista Literaria de Cuenca del Ecuador, y en él, a uno de sus redactores, o quizá editor, Stein.

No había escuchado hablar nunca de esa revista que se publicaba en Cuenca hace 112 años. Los estudiosos de la literatura ecuatoriana de seguro sabrán de su existencia y su rol en aquellos años en este país , o en la lengua, por lo que hace notar el autor español.

Esta mención que hace Leopoldo Alas “Clarín” de Stein en el contexto ecuatoriano, sin embargo, por lo que allí dice de él (el texto viene líneas abajo), me dejó intrigado. Me pusé a indagar datos suyos en la British Library, cuyo catálogo podríamos considerar una memoria viva y exhaustiva del mundo pero, lamentablemente, no encontré nada que lo refiriese. Por otras rutas, sin embargo, he dado con dos textos que, por ser coincidentes, me han inquietado más: un homónimo de esos años.

En antiQbook, una web de anticuarios que ofrecen libros, revistas y más publicaciones antiguas, se ofrece en venta la siguiente revista:

Gran Alamanaque de El Mosquito para 1880, con más de cien caricaturas y dibujos por Stein. REVISTA Alemania, Franz Wolf, 1979. Cardboars. 8vo 40 + V pp ills Very good. ¶ Contamos con ejemplares de una tirada especial de trescientos. USD 15.00
Offered by: Librería de Antaño. Members of I.L.A.B. - Book number: AA22B000026

Stein sigue llamándose Stein a secas. El Mosquito, deduzco que es una publicación argentina que apenas tiene algo que ver con Revista Literaria de Cuenca, puesto que sus intereses parecen ser otros, lejanos entre sí. Pero ni modo. Dada la casualidad provocada por la lectura, me place esta pesquiza breve que me ha hecho tropezar con dos "piedras" de interés: el Stein ecuatoriano, del que jamás había escuchado hablar nada hasta este momento; y el Stein afinacado por esos años en la Argentina, que por cierto, parece haberse llamado Henri (o Enrique) y, por lo que cuenta una página, había sido uno de los primeros en incursionar en el mundo del comic en Latinoamerica.

Pero veamos lo que dice el autor de La Regenta:


La sandez intercontinental

Leopoldo Alas


Las Novedades. Nueva York (EEUU), 1894.
22 de noviembre, 1894


En la Revista Literaria de Cuenca (Ecuador) leo una serie de artículos firmados Stein, en que se trata con buena forma y excelente juicio de corregir suavemente la deplorable tendencia de muchos escritores jóvenes de América a imitar de modo servil y con ridículas extravagancias las rarezas de cierta parte de la modernísima literatura parisiense. Aquí mismo y en otras muchas partes he escrito yo, con la mejor intención del mundo, en el mismo sentido que Stein, el cual, por cierto, me honra apoyándose en mi opinión y citando mis palabras. Mucho me alegro de que haya por allá quien piense en esto como yo; así se verá que no es absurdo desdén metropolitano lo que mueve mi pluma en tal dirección, sino el óptimo deseo de que no se pierdan en un callejón sin salida pasos que el ingenio americano da con generosa y espontánea animación para progresar en las cosas del ingenio.

Imitar, como en otro tiempo hacían por ahí los más de los poetas y prosistas toda una cultura secular como era el clasicismo, y aun seguir las huellas de la menos duradera pero enérgica y graciosa exaltación romántica podían ser empresas más materiales que gloriosas, pero con mucho eran superiores a esta de repetir las muecas y contorsiones de una evidente pero muy limitada decadencia. Porque no se olvide que no son las sólidas y sanas letras francesas las que agonizan en esas chocheces de muchachos, que tienen puerilidades de viejos; lo que agoniza es el inútil esfuerzo de la medianía que quiere darse aires de excepcional grandeza; el genio atormentado por complicaciones cerebrales y del gran simpático.

No quiera Dios que los americanos vuelvan a tener a Baralt por gran poeta ni a imitar opportune atque importune a Espronceda... pero se puede admirar sin gran entusiasmo El Niágara de Heredia... sin tomar por genios a Richepin, ni a Rallinat ni por ingenio siquiera a los inventores de diabluras efímeras e incoherentes.

Debo advertir, y no por pueril vanidad, que los artículos de Stein los copia, y por lo visto hace suyos, El Diario de Caracas; y por su parte La Estrella de Panamá, refiriéndose a lo que en Las Novedades he dicho, y a las mismas palabras mías que citaba Stein, abunda en mi sentir y tiene a bien y no a mala voluntad contra la literatura americana mis desinteresados consejos a la juventud española (sí, española) de esa hermosa tierra dueña del porvenir.

Un abrazo ecuatoriano-mexicano

Por mero equilibrio es necesario contraponer pesos – para no dar un mal paso. Las relaciones diplomáticas de Ecuador y México están rotas de...