24.12.07

Un abrazo desde la nieve


La foto la hizo Thomas Flechtner, un fotografo suizo nacido en Winterthur (no muy lejos de Zúrich) en 1961. En 2001 publicó un libro de fotografías bastante especial, por expectral y mágico, "Snow"; allí las imágenes muestran su lado insospechado, el que quizá lo vislumbramos sólo en sueños. Esa publicación dio el campanazo a la carrera internacional de este artista radicado en la Suiza-francesa. De esa serie de fotografías, realizadas en La chaux de Fonds entre 1996 y 2000, tomo esta que marca y remarca mi saludo de navidad y mis buenos deseos para el año que en pronto echará a desgranar sus días. Va un abrazo. Que el hielo no se trice bajo los pies y las cosas salgan de la mejor forma posible.

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Más fotos de Thomas Flechtner

17.12.07

Oveja negra (Schwarzes Schaf)

El 23 de octubre pasado Suiza eligió a sus parlamentarios. Este rito democrático, importante entre las varias elecciones que celebra la sociedad helvética con exagerada regularidad, no debió ser en ningún caso excepcional, sin embargo, esta vez lo fue.

Algo notorio, pues de común, el pequeño país alpino, salvaguardado en política de los exabruptos comunes que tenzan y muchas veces degradan peligrosamente ese campo (sirve por ello como referente a otros países), llamó la atención de muchos medios internacionales por un hecho que contradecía su tradición y poseía justamente eso, una perturbada dimención política.

Uno de sus partidos, el SVP (algo así como partido popular suizo), ubicable por los intereses económicos de sus directivos y la manera de ver el mundo de sus miembros en la parte derecha más alejada del centro político —no comparable en todo caso con sus equivalentes de Francia, Austria, Italia o España—, optó como caballo de campaña por uno de sus temas favoritos, el que más preocupación causa entre sus seguidores y los que no lo son: los extranjeros delincuentes ¿Qué hacer con ellos? ¿Qué hacer con esos visitantes indeseables que se quedan ilegalmente en el país y ven en las regulaciones y leyes suizas un paraiso para delinquir con soltura e impunidad inimaginables en sus países de origen?

Los hechos y sus versiones difundidas por los medios privados más las estadísticas oficiales confirmaban esa alarma: son de procedencia extranjera con marcada mayoría las personas que han matado, robado, violado y violentado a otras personas e intereses privados al interior del país. El probema existía y existe pero para entenderlo como es debido hay que tomar en cuenta motivos no tan visibles, al menos en una campaña política. El problema, para controlarlo en la medida de lo posible, ya que no habrá como solucionarlo, exigía y exige objetividad, sensibilidad ante el tema y confianza en los fundamentos que erigen su sistema político-social. Sin embargo, como en campaña todo vale, y el miedo produce rendimientos electorales que no da el entendimiento, el SVP vió allí una buena oportunidad para encender las alarmas y cosechar por esa vía para sus candidatos los votos necesarios para elegirlos.

La diferencia entre “delincuente extranjero” y “extranjero”, vista desde el miedo es casi nula. Del “casi” en todo caso se encargaron de borrarlo con agilidad los medios. Y los publicistas del SVP, más creativos que los de sus contrincantes políticos supieron entender mejor que nadie esa salvable distancia y, consecuentemente, obviarla con mucho arte. El extranjero entonces — del tipo que sea — pasó a ser la oveja negra, literal y visualmente. Un hermosa caricatura de ovejitas expresó, con la elocuencia que los discursos no alcanzarón, lo que el SVP quería trasladar — justamente eso que andaba rodando desde hace algún tiempo en el inconciente colectivo de una parte de la sociedad pero nadie se atrevía a nombrar por temor a equivocar las palabras en situación tan pantanosa, a saber ¿Qué hacer con una parte de nosotros, los extranjeros malcriados y quizá malnacidos? ¡Echarlos fuera!


La caricatura dio los frutos calculados. El SVP barrió en las votaciones del pasado 23 de octubre. Su figura destacada, el entonces ministro Christoph Blocher, alcanzó esa vez, quizá su cuota más alta de popularidad. Pero la caricatura trajó también noticias inesperadas, nada alegüeñas para la imagén suiza en el extranjero (y Suiza debe mucho a su buena imagen en el extranjero): fue portada del Times de Londres y de Le Monde de París; se la comentó en las páginas de opinión del New York Times y el Washington Post; se la impugnó en no pocos periódicos árabes o latinoamericanos por racista (en mi país, Ecuador, motivó al menos dos ardoros editoriales que, pensé cuando los leí, casi me hacían olvidar el racismo que existe en sus cotidianas maneras, que de tan naturales apenas se las percibe como tales).

Los días siguieron su rumbo. En noviembre tuvimos elecciones en Zúrich y algunos otros cantones, cuyos resultados influían en la composición del parlamento elejido en octubre. Y sí, en esas votaciones, el SVP sufrió una perdida que para muchos fue inesperada pero no para todos. El electorado suizo volvió esta vez a dar muestras de su prudencia al frenar con su voto al triunfalista partido de derecha que apoyará con fervor hace apenas tres semanas atrás. La prensa extranjera, como era de esperarse, por ser demasiado local ese hecho, omitió su noticia.

(Y los días siguieron su curso. A puertas de diciembre, como sucede en todos los sitios, algunos medios empiezan a realizar sus balances anuales. Así lo hace cada año la revista BILANZ, equivalente helvético de la norteamericana Forbes. Antes de que aparecierá su número especial de noviembre-diciembre, en el que trae la lista de las 300 personas más adineradas que viven en Suiza —sus fortunas juntas suman 529 billones de francos—, empezó a publicitar el número en periódicos y revistas: a página entera podía contemplar el lector las ovejitas entre tanto famosas, fuera y dentro de la confederación, con una leve variación. Con humor negro exquisito —y rentable— el dibujo recordaba a todo el mundo que de las 300 fortunas más fuertes asentadas en este país, más de la mitad pertenecen a extranjeros, a ovejitas negro-doradas que entodo caso nada tienen que ver con las blancas-indígenas —: a la lectura parcial de la realidad oponen una lectura simbólica mucho más elocuente: extranjero = extranjero delincuente = extranjero millonario = extranjero. Pues sí, el humor ayuda a poner las cosas en su sitio.)

Pero los días no dejan de pasar. Llegamos al miércoles 13, día en el que el parlamento suizo, cumpliendo con el rito que celebra cada cuatro años, debe confirmar a su ejecutivo, siete ministros que rotan anualmente sus carteras de gobierno. Si no hay sobresaltos, siguiendo la tradición, se les confirma en sus cargos a los siete personeros de la política ejecutiva suiza. Pero esta vez no sucede así, lo inesperado acaba de darse y nadie sale de su asombro: el parlamento, cuya fracción mayoritaria está compuesta por la derecha suiza, acaban de echar de su cargo al ministro Christoph Blocher, la estrella política del SVP, de quien el octubre pasado comentaran los periódicos del mundo con la alarma y ponderación, el peligro que él simbolizaba para la política y loq ue podría pasar en el resto de países europeos.

He revisado en estos días las ediciones de los principales diarios que el octubre pasado impulsaron la difusión de la caricatura de las ovejas y la hiciera famosa tanto como a Suiza, de la noche a la mañana, racista.


El País de España publicó el 14 una nota breve, sin recordar el contexto de la noticia. El NYT una notita que se pierde con facilidad entre otras: Le Monde igualmente. Sólo la prensa alemana (FAZ) -quiza por la cercanía de lengua y territorio dedica al acontecimiento del pasado 13, el espacio que debe pues el hecho va mucho más allá que la mera suspensión de sus funciones a Herr Blocher: pues sí, tiene que ver con el juego democrático, con la estructura de su sistema que, llegado el caso, sin degradar a la política, deja de lado a los elementos que pudieran alterar sus reglas que permiten la convivencia en paz y el ejercicio de las libertades de los miembros que la componemos, ovejitas blancas, negras, doradas, ... , el color no importa.

Pero las horas no dejan de pasar, y para el caso, los minutos: el día 14, a las 8.00 horas dió el juramento ante el parlamento la nueva ministra Eveline Widmer-Schlumpf; quince minutos después, llegó a mi dirección de correo una nueva versión de la caricatura, ya no de humor negro exquisito, sino más bien agrio - digánlo mejor ustedes).
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swissinfo sobre el tema
La oveja negra, de Italo Calvino
La oveja negra, de Augusto Monterroso

Un abrazo ecuatoriano-mexicano

Por mero equilibrio es necesario contraponer pesos – para no dar un mal paso. Las relaciones diplomáticas de Ecuador y México están rotas de...