Yo me pregunto...¿Por
qué es tan difícil llegar a acuerdos? ¿Por qué nos molesta tanto
perder? ¿Por qué no podemos ceder jamás? ¿Por qué nos cuesta tanto
perdonar? ¿Por qué no podemos decir lo que sentimos? ¿Por qué no
aceptamos lo que nos dicen? ¿Por qué si nos gusta tanto criticar no
podemos soportar la crítica? ¿Por qué culpamos a diestra y siniestra
pero jamás aceptamos la culpa propia? ¿Por qué hablamos mal del prójimo
pero nos enferma saber que alguien habla mal de nosotros? ¿Por qué
mentimos sin rubor pero nos enojamos cuando nos damos cuenta de que
alguien nos mintió? ¿Por qué damos consejos que no nos piden pero nos
exaspera que alguien nos sugiera algo? ¿Por qué exigimos que nos crean
pero no confiamos en nada de lo que nos dicen? ¿Por qué culpamos al
resto de lo que nos sucede pero somos incapaces de aceptar nuestros
errores? ¿Por qué, como dice ese sabio refrán, vemos siempre la paja en
el ojo ajeno pero jamás la viga en el propio? ¿Es acaso nuestro ego el
que impide que razonemos y aceptemos que somos simples mortales con
fortalezas y debilidades, con aciertos y desaciertos?¿O se trata en el
fondo de un complejo de inferioridad que nos agobia de manera tal que
logra desubicarnos? "Vanidad de vanidades, todo es vanidad", esta cita
del Libro de la Eclesiastés pudiera ser la respuesta.
La respuesta del poeta sería esta: Porque a mi me gusta hacer a los demás lo que no me gusta que los demás hagan conmigo.
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