2.4.07

Giacomo Casanova

Al poeta ecuatoriano Paco Benavides le ví escribir una vez el siguiente verso:


"Yo que quisé ser un Casanova he terminado siendo un triste Don Juan".

Las veces que repito el verso en conversaciones con amigos, me piden siempre una explicación —las amigas una confesión—. Pues sí, ni modo, la mayoría de personas interesadas en el tema no alcanzan a distinguir la diferencia existente entre estas dos maneras de acercarse a la mujer. A primera vista parecería que no tendrían por qué hacerlo.

Eso es una redundancia atroz, un oximorón de poco gusto, son por lo general los comentarios que arrancan el verso del poeta. ¡En esencia no veo allí diferencia alguna que valga la pena entre un Casanova y un Don Juan! ¡Los dos tipos son unos aprovechadores, unos pobres diablos igualados por la tristeza! Suele añadirse a estos nombres que sirven para adjetivar el comportamiento amoroso de un tipo de hombre.

Supongo que la similitud en el imaginario de las personas que desprenden estos dos personajes tiene que ver con su gloria indiscutible, trabajada a paso casi legendario por las numerosísimas generaciones que comentaron esas vidas y comportamientos, para aprender de ellas unas veces, las más para condenarlas renovadamente y pulverizar sus expresiones donde se mostrasen.


Ciertamente que si nos atenemos a las reglas de base de toda comparación, sería impropio juntar a estas dos figuras para buscarles semejanzas o contrastes asentuados. Don Juan —el burlador de Sevilla— es mera creación literaria, el mito más grande aportado por España al imaginario de Occidente, una obra de teatro escrita por el padre Tirso de Molina hacia 1630. Casanova fue una persona de carne, hueso y temblor, un tipo que hizo de su vida (1721-1798) la obra de arte que ha servido de guía no sólo a Balzac, Sthendal y Schnitzer, a Hoffmannstahl y a Rilke, a Sandor Marai, Myklos Szentkuthy, Marina Zwetajewa, y en América Latina, a Octavio Paz, Bioy Casares y, entre los autores vivos, al entrañable escritor Sergio Pitol.

No son la misma cosa un Don Juan y un Casanova a pesar de los libros y, en al menos las dos últimas décadas, los numerosos films que reforzan esta confusión. No son lo mismo a pesar de que Wikipedia los defina así .


Don Juan sembró su mito multiplicándose por Europa con toda su fuerza, de generación en generación contado en lenguas varias y recreado por afamadas plumas, por la música de Mozart y el instinto de Lorenzo da Ponte, por Molliere y de Laclos, Lord Byron y Zorrilla hasta el XIX, Max Frish mediado el siglo XX o Peter Handke al iniciar el XXI —para nombrar a unos poquísimos autores—; Don Juan toma lo que le interesa sin apenas preguntar; no le importa la manera o la forma de la que deba valerse para conseguir lo que quiere; para poseer el objeto deseado y, a continuación, olvidarlo sin el más mínimo remordimiento, como el personaje de Diario de un seductor de Kierkergard.

Casanova, no. El veneciano aprecia, distingue, valoriza, se deja encantar; Giacomo Casanova es un flojo de corazón: no duda, se enamora y procede: con júbilo y delicadeza donde la delicadeza debe; con júbilo, locura y generosidad donde la pasión así lo exige.


Philippe Soller tiene escrita una hermosa frase sobre este duo dinámico: Don Juan es el volcán, Casanova el jardín. Y la biografía de Casanova escrita por Lydia Flem (también biógrafa de Sigmund Freud) se traduce en español así "Casanova, el hombre que amaba de verdad a las mujeres".

Una vuelta de tuerca en la saga don juanesca sería la que nos propone Milan Kundera cuyos personajes nos recuerdan un aspecto importante en toda relación, el de la separción, de la separación como arte: un Don Juan contemporáneo debe provocarla pero de tal forma que sea la mujer la que al final deba disculparse por abandonarnos, por dejarnos de lado y marcharse en busca de una mejor vida.


Este es un hermoso tema que parece no tener fin (como mi tiempo), por ello lo dejo esta vez en este punto. Dejo también de lado la saga cinematográfica y las numerosas cintas inspiradas en estos dos personajes, de resultados pobres en el caso de Casanova (no es otra cosa la película de Lasse Hallström), no así en el de Don Juan, más camaleónico y mejor dispuesto a la hora de tejerse en la pantalla gigante (valga de muestra la grata Broken flowers de Jim Jarmusch).


¿Pero por qué he abordado este tema? Para invitarles a leer un texto en verdad hermoso y bastante completo — a lo mejor ya lo conocen—. Apareció el pasado julio en Letras libres, firmado por Juan Villoro, como adelanto a la publicación de las memorias del Caballero de Seingalt, Giacomo Casanova en Editorial Renacimiento. Por lo que he podido comprobar, las memorias anunciadas para el pasado otoño no han aparecido aún. Por mi parte, como no he querido dejar escapar otra vez esta fecha, dos de abril, me he metido con el tema más bordeándolo que abordándolo.


El dos de abril de 1721 nació en Venecia Giacomo Casanova. Leí sus memorias en serio por primera vez en 1996, en una edición argentina que tenía las anotaciones del dueño del libro, Benjamín Carrión; las releí en los tres tomos de Aguilar; he revisado siempre con provecho la versión en siete tomos de la edición original alemana (censurada por su primer traductor), que es de donde se tradujeron las versiones a los demás idiomas hasta mediados los años ochenta (incluida a la francesa), y repasado la edición francesa genuina que se publicó por primera vez solamente en los años ochenta. He leído con mucho gusto a los autores posibles que han escrito sobre el veneciano, una larga lista de admiradores a cuyas obras he sido conducido por la admiración compartida.


"Yo que quisé ser un Casanova he terminado siendo un triste Don Juan".


Le vi anotar al amigo sobre una hoja de papel.


Las veces que repito el verso en conversaciones con amigos, me piden siempre una explicación —las amigas una confesión—. Pues sí, ni modo, tengo dos autores que me gustan muchísimo y nunca dejo de leerlos con humildad y admiración, Giacomo Casanova y Michel de Montaigne.

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Las mil fugas de Giacomo Casanova, Juan Villoro

Prefacio de las memorias de Casanova

Casanova y Mastroiani, Fernada Solorzano

Los libros de Casanova en el mercado

Tipos nada admirables pero sí sugerentes

1 comentario:

Anónimo dijo...

No te preocupes victor ya corregi la wikipedia!,saludos yo tambien voy en el camino de "Casanova" je je

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