7.11.05

Cumbres borrascosas

En la edición del sábado 5 de noviembre de Babelia, el suplemento cultural de diario El País, vienen dos artículos dedicados a la literatura ecuatoriana, uno sobre la narrativa, otro sobre la poesía que se escribe de momento en esas tierras equinocciales.

Política editorial de esta revista ha sido en los últimos meses, dedicar números monográficos a las literaturas de los distintos países que conforman la América Hispana. Sabía por ello que una vez destinarían ese espacio a la escritura que se trama en el Ecuador; por ello, aunque de manera inconciente, aguardaba ese imaginario número especial que finalmente acaba de publicarse y yo, con creciente insatisfacción, de leerlo —dos páginas que, a cualquiera que tenga una idea de la literatura ecuatoriana, a decir verdad, no le pareceran especiales en nada (una aclaración: la portada trae el siguiente título: Escribir en las cumbres andinas. Ecuador y Bolivia —dos páginas se dedican a las letras bolivianas y otras dos a la literatura ecuatoriana).

Mi insatisfacción se exita con las impresiciones que muestra el texto de Mario Campaña, La constelación contra el canon, pero se concentra en el artículo sobre narrativa firmado por Humberto E. Robles. Para no confundirnos, aclaremos que su texto no es de crítica literaria sino periodístico, meramente informativo, a fin de cuentas, una enumeración de nombres, años y paisajes que pueblan el imaginario literario ecuatoriano de los dos últimos siglos. Sin embargo, como sabrán muchos, el señor Humberto E. Robles es ensayista, crítico literario y catedrático universitario en alguna universidad norteamerica; es decir, una persona a la que debemos suponer competente y lo suficientemente informada para realizar una semblanza más o menos fiel del paisaje de letras ecuatorianas.

Debí haberlo dicho antes: la insatisfacción que desató la lectura de Narrativa: olvidos y presencias, que es como está titulado el artículo del señor Robles, describe sólo mi ánimo; mentalmente esta lectura me causó extrañeza. Me decía ¿es posible omitir el nombre y la obra de Javier Vásconez en esa enumeración comentada en la que se nombran a 32 escritores y escritoras ecuatorianos?

Desde luego que ello es posible, siempre y cuando la persona que firme una lista semejante no sea “crítico de literatura”, es decir, un profesional cuyo trabajo para mejor orientar a lectores y estudiosos de la materia se basa no sólo en los instrumentos de análisis que utilice sino en la riqueza de sus indagaciones y la objetividad que muestre al resumirlas. Por esto, la omisión que el profesor Robles comete en su artículo es demasiado visible como para no reparar en ella. La literatura de Javier Vásconez, no sólo por el sello editorial que la difunde por todos los países de habla hispana (Alfaguara —en rigor es él su único autor ecuatoriano) dice mucho de lo que se hace y dice en el Ecuador. Sus colegas ecuatorianos, los que no comparten sus maneras de trato y proceder fuera del texto, por las razones que sean, pueden, tienen el derecho del mundo para disentir con él en parte o totalmente; pueden incluso, si la desazón que el autor les provoca es irremediable, no leerlo. Esto, sin embargo, pueden permitírselo —a cuenta y riezgo propios— sólo sus colegas pero jamás un crítico de literatura. No importa si esta vez se trata de un artículo periodístico en el que se presenta la narrativa ecuatoriana a lectores extranjeros que apenas saben algo o nada de lo que pasa y se escribe en los Andes.

Ahora me apena una cosa: mi comportamiento futuro con los ensayos firmados por el profesor Robles: sé con anticipación que cuando los tenga en mis manos y me disponga a leerlos se me aparecerá, al menos fugazmente, un grave prejuicio: el suponer que en esos sesudos análisis se ha omitido o a lo mejor olvidado de mencionar algo, algún dato importante. Por suerte eso durará apenas lo que un pensamiento — además, no suelo guiarme por prejuicios.

5 comentarios:

Edipa dijo...

Yaruco

Concuerdo contigo en que un critico es un mediador de lo que hay con el público, creo que en el articulo mencionado hay un poco de recomendados.

Se me hace raro que no nombren a Vásconez, sabes que yo por un tiempo, pense que el no era ecuatoriano. Que será no tenía nada que ver idiosincracia, simplemente pense eso.
Eso solo fue algo que me pasó nada más.

En todo caso, que buena cosa la del articulo, porque después de todo si llegas a uno de esos escritores, de ley eventualmente te encuentras con los que faltan. Entiendo de todas formas tu punto.

Una cosa, yo no se si donde estás consigues escritores ecuatorianos (me imagino que no) pero ultimamente aprendí que las editoriales grandes no trabajan como un creería. Por ejemplo, si Anagrama publica a Vászonez, solo lo hace a nivel nacional, no lo hace a nivel por lo menos regional.

La cosa se pone difícil ciertamente.

Roberto Iza Valdés dijo...
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Victor dijo...

Estimada Edipa

Sobre todo en el Ecuador, me parece, las personas que trabajan en o con la literatura deberían medir mejor sus palabras y sus silencios pues, en tiempos como los que corremos -digo por la política, la televisión, la prensa-, donde la palabra, las palabras han perdido y pierden a cada paso el valor que sí tienen, hay que preservarla al menos entre sus cultores. El hecho de que se vea al país con largavistas no justifica las impresiciones del texto de M. Campaña ni la omisión en la que incurre el señor H. Robles. Solemos decir para tranquilizarnos que esto suele pasar, que es normal que suceda; pues a mi esto no me parece normal. Con el debido respeto me he permitodo disentir y anotar las razones, nada más.
Cambiando de tema: sí, donde estoy puedo conseguir libros ecuatorianos sin ningún problema. Si no me lo traen o envían los amigos, Librimundi ofrece un buen servicio.
Sobre las editoriales: Anagrama es única, no es un consorcio y tampoco tiene filiales (es una pena que no todos los libros que publica lleguen al Ecuador); sin embargo tu te referías a Alfaguara que forma parte de Santillana (editora de libros escolares) y las dos del Grupo Prisa, un consorcio que junta negocios de la prensa (el País más otros diarios y revistas), los libros, radio y televisión. Alfaguara tiene filiales (como Planeta) en casi cada país o grupo de países. No todo lo que Alfaguara -Perú -Colombia -Ecuador -Uruguay, etc., publica en esos países pasa a la sede española. Con los libros de J. Vásconez, siendo impreciso lo que voy a decir, sería más o menos de esta forma: El viajero de Praga se publica en Quito-México (Ed. Librimundi-Alfaguara/México), luego con los demás fue sólo México y finalmente España. En todo caso El viajero.., está publicado en Punto de lectura, que se distribuye por donde sea posible, desde los USA hasta Chile y en Europa, a más de España, donde los pidan.

Que estés bien y hasta una próxima. Recibe mis saludos

Victor dijo...

Estimado señor Iza

Como no veo compatibilidad entre mi texto y el suyo –que lo he visto además con puntos y comas idénticos en otros blogs- me abstengo de comentarlo.

Edipa dijo...

Victor...

como siempre su catedra es lúdica.

He estado aprendiendo como es esta cosa de las editoriales ultimamente porque le quiero aprender el oficio a los distribuidores de libros. Tienes razón, no hay que dejar pasar las cosas, y hay que defender las palabras.

Yo tambien tengo en buena estima a Librimundi, siempre que voy a Quito me paseo por ahí. No sabía que mandaban libros por todos lados.

y bueno Victor siempre paso por aca, es un gusto leer tu blog, tu ya sabes eso.

Un abrazo ecuatoriano-mexicano

Por mero equilibrio es necesario contraponer pesos – para no dar un mal paso. Las relaciones diplomáticas de Ecuador y México están rotas de...