18.10.05

Estética

Los griegos llamaban aisthetikhós (sensible) a todo aquello que puede ser percibido por medio de los sentidos. Se trata de una palabra derivada de aísthesis (percepción sensorial), y ésta del verbo aisthanesthai (percibir con los sentidos), del cual proviene el verbo latino audire (oír). En nuestra lengua, existen numerosos ejemplos de palabras derivadas de aísthesis, tales como anestesia, compuesta por esta palabra griega precedida del prefijo privativo an-, hiperestesia (aumento exacerbado de la sensibilidad sensorial), cenestecia (percepción del propio cuerpo), formada con el prefijo koinós (común).
Todas estas palabras, de significado diferente al que hoy damos a estética, surgieron en la segunda mitad del siglo XIX con la irrupción de la Psicología como ciencia independiente. A mediados del siglo XVIII, el alemán Alexander Gottlieb Baumgarten (1714-1762) había publicado una obra que él mismo definió como una «crítica del buen gusto» bajo el título de Aesthetica, creando un neolatinismo que significaba 'ciencia del buen gusto', contra el cual se levantaron numerosas objeciones de lingüistas y pensadores.
Sin embargo, el neologismo latino acabó por imponerse y fue adoptado con su nuevo sentido en 1753 en alemán como ästhetisch y en francés como esthétique, en 1832 en inglés como aesthetic, y en español y portugués en la segunda mitad del siglo XIX como estética.

Esta definición, como la de otras tantas palabras -triviales, multiusos, caprichosas, elementales,..-, llegó a mi casilla electrónica, luego de haberme suscrito a una lista de oficiosos gramáticos que brindan este servicio gratuitamente.

2 comentarios:

Fatima dijo...

Tengo una duda sobre el tema: ¿qué se podría considerar estético y qué se podría considerar antiestético? ¿Se puede definitivamente catalogar algo como antiestético?

Acá, por ejemplo, en los concursos de pintura que se vienen celebrando desde hace unos 5 o más años, los cuadros ganadores son, desde mi humilde punto de vista, completamente antiestéticos, un choque a mi sentido visual.

Si bien los conceptos de lo hermoso pueden variar a lo largo del tiempo, no creo que nadie diga alguna vez que un Van Gogh es feo (a lo mucho, sacándolo de contexto podría decirse que es simple), pero un cuadro horripilante de los que han ganado uno que otro lauro en la ciudad no sé si en tres años alguien pudiera decir que es hermoso o artísticuo.

Victor dijo...

Estimada Fátima

Me parece que deberíamos primero ponernos de acuerdo sobre lo que entendemos por arte contemporaneo (término que evoca no sólo una noción estética sino temporal; recordemos su nacimiento hacia finales de los sesenta) que es, me parece, al que catalogas como antiestético —al menos al referirte a las obras que la crítica plástica ecuatoriana pondera y premia.

Si partimos de la definición clásica de estética que nos conviene para el caso (artístico, de bello aspecto), tienes toda la razón: muchas obras son definitivamente antiestéticas —y no sólo la de los artistas ecuatorianos sino también la de no pocos de sus colegas de otros lados e, incluso, la de sus referentes y maestros cuyos trabajos se dejan considerar en museos, bienales y ferias del mundo.

Este contra-sentido nos explica mejor el contenido poco estético de una palabra que aparece con el arte moderno y luego se volverá decisiva para comprender el arte contemporaneo: escarnio (el DRAL dice: befa tenaz que se hace con el proósito de afrentar / afrentar: causar afrenta, sobrepujar, humillar. Poner en aprieto, peligro o lance capaz de ocasionar vergüenza o deshonra. Avergonzarse, sonrojarse). Escarnio como concepto me acerca a términos como sarcasmo, burla, mofa, sus parientes, de alguna forma, contenidos en su resonancia.

El escarnio en el arte contemporaneo se presenta bajo tres formas:
1) el escarnio que comenten los artistas al transgredir los valores estéticos clásicos
2) el escarnio crítico de los espectadores que responden a esas transgreciones con burla —ironía o guaza quiza— o la hipótesis de que, a lo mejor, siguen la farza.
3) el escarnio subversivo de las obras que se integran a las fronteras del arte en nombre de su poder de contestación.

La polémica alrededor del arte contemporaneo (que se expandió en los noventa) no cesa aún. Una veta de en esas discusiones es repensar los criterios de apreciación de las obras que muestran los museos y las instituciones culturales.

Me parece interesante y oportuno que en nuestro país y en el ahora —que es, sin duda alguna, el ámbito en el que la imagen impone su dominio, los artistas generen con sus obras los debates y discusiones que dejen situar mejor sus propuestas, a lo mejor ricas en sugerencias y con ideas claras o, tal vez, meramente imitativas y, algo de temer, vacías irremediablemente.

Que estés bien y muchas gracias por tu pregunta.

Un abrazo ecuatoriano-mexicano

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