Semana atareada e interesantísima la que vivirá Quito en estos días. Bajo su cielo se llevaran a cabo dos congresos internacionales, uno de literatura, otro de filosofía —o de pensamiento contemporaneo que es como a pesar de la redundancia se nombra mejor a esa disciplina que trabaja con la reflexión sobre las cosas visibles e invisibles que nos rodean.
Los dos eventos se llevaran a cabo en las instalaciones de la Universidad Andina Simón Bolivar.
El congreso de literatura tiene como centro las obras y personalidades de Jorge Icaza y Pablo Palacio, dos escritores ecuatorianos nacidos hace cien años cuyos trabajos, si bien gozan de momento de un reconocimiento académico referencial fuera de sus fronteras, en términos generales son apenas conocidos por los lectores interesados en la escritura latinoamericana.
No fue siempre así esa relación con la literatura ecuatoriana; al menos no con la obra de Jorge Icaza (1906-1978) que en sus mejores momentos, cuando el Indigenismo estaba en alza y el Boon Latinoamericano tejía sus escarpines tras el mostrador, llegó a ser traducida a más de una decena de lenguas (sobre todo Huasipungo, 1934, la novela que es sinónimo de Icaza, o de novela ecuatoriana, fuera de sus fronteras).
Pablo Palacio (1906-1947), su contemporáneo y artísticamente antípoda, no gozó jamás de un reconocimiento parecido al de Icaza. Como con la obra de Kafka, la de este ecuatoriano se despliega en un territorio subjetivo y se mueve según esas exigencias, a paso lento, “pastando abismos” en una noche cualquiera de una ciudad cualquiera del globo. Es su obra la que mejor ha entablado comunicación con los lectores desde hace ya algunas décadas. Esta no es voluminosa y ha sido reeditada varias veces en los últimos años. De lo que tengo entendido, hasta el momento existen dos ediciones de sus obras bastante esclarecedoras: la una, preparada por María del Carmen Fernández —que reedita con regularidad Libresa; la otra, aparecida hace un par de años en España en la colección Archivos de la Unesco, bajo el cuidado de Wilfrido Corral — Vila-Matas, el novelista barcelonés comentó en su día esta edición, agradecido por haber dado con ese “personaje escritor” llamado Palacio, tan en la línea de los de su catálogo marca Bartleby, como el mismo Kafka o Robert Walser.
Pero el tema que despierta la preocupación por la obra de estos escritores, siendo tan rico, deberá aplacar su interés para dar paso a los temas que se hablaran en el simposio de Desarrollo e interculturalidad.
Ha sido habitual desde hace varios lustros que los hacedores de pensamiento, en sus recorridos por Latinoamérica, apenas se dieran la oportunidad —o no se les ofreciese— para detenerse en el país andino. Mucho nos alegra que un grupo de pensadores, entre los que se encuentran Gianni Vattimo y Jean Baudrillard, lleguen a suelo quiteño, respiren su aire, observen, conversen y, como cuando pasó por allí Henry Michaux, se asombren de ver nubes “como perros falderos” de las montañas.
Por sí interesa a alguien materiales de estos pensadores, dispongo unos links con materiales de lectura
Gianni Vattimo:
La voluntad de poder como arte
Arte e identidad: sobre la actualidad de la estética de Nietzsche
La huella de la huella
De Jean Baudrillard:
Simulacro y simulaciones
La ilusión y la desilución estéticas
Duelo
P.S.
Entrevista de Hoy a Gianni Vattimo